De más está decir que Londres es increíble. Paramos en un hotel hermoso en pleno Picadilly Circus, a un paso de todo. Totalmente recomendable esa ubicación. Además de recorrer los puntos característicos obligados, fuimos mucho al teatro, al cine, por ejemplo a ver el musical Billy Elliot, fabuloso en todo aspecto. Notting Hill, barrio famoso por la película homónima en donde actúan Julia Roberts y Hugh Grant , también estuvo dentro de nuestros recorridos. ¡No puede ser más encantador ese barrio! Con esas callecitas y todas las casitas pintadas de diferentes colores, ni un papel tirado en las veredas. Por supuesto, como buen turista y fanático de la película entré, me saqué varias fotos en la librería del film en donde se conocen los protagonistas: The Travel Book Shop. Fuimos después, entusiasmados, al Museo Británico... está bueno el edificio y es gratis la entrada. Aunque después de recorrer todo el muestrario de invaluables piezas milenarias, en su mayoría, productos del saqueo a otras culturas en un pasado no tan pasado, (lo mejor, para mí, es el sector destinado a Egipto), primero sentimos pena por esos objetos que no están en sus lugares de origen y después de una hora, cansancio. Hubo algo que me paralizó y emocionó: El Big Ben y el Palacio de Westminster. Este palacio sirvió como residencia del rey Enrique VIII durante el siglo XVI y la mayor parte de la estructura actual data del siglo XIX, época en la que el palacio debió ser reconstruido luego de un incendio en 1834. El Palacio de Westminster tiene cerca de 1.100 habitaciones, 100 escaleras y 5 kilómetros de pasillos. En esta impresionante edificación neo gótica dorada funciona el poder Legislativo del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, conformado por la cámara de los Lores y la de los Comunes. No podés imaginar la verdadera belleza y dimensión de estos prodigios de la arquitectura a menos que esté parado frente a ellos. Cualquier cosa que te cuenten es poco. Ningún otro monumento histórico me produjo esa sensación abrumadora. Comenzó a caer una llovizna mientras miraba el Big Ben y no podía ni quería moverme de allí.
15 ago 2009
Londres.
De más está decir que Londres es increíble. Paramos en un hotel hermoso en pleno Picadilly Circus, a un paso de todo. Totalmente recomendable esa ubicación. Además de recorrer los puntos característicos obligados, fuimos mucho al teatro, al cine, por ejemplo a ver el musical Billy Elliot, fabuloso en todo aspecto. Notting Hill, barrio famoso por la película homónima en donde actúan Julia Roberts y Hugh Grant , también estuvo dentro de nuestros recorridos. ¡No puede ser más encantador ese barrio! Con esas callecitas y todas las casitas pintadas de diferentes colores, ni un papel tirado en las veredas. Por supuesto, como buen turista y fanático de la película entré, me saqué varias fotos en la librería del film en donde se conocen los protagonistas: The Travel Book Shop. Fuimos después, entusiasmados, al Museo Británico... está bueno el edificio y es gratis la entrada. Aunque después de recorrer todo el muestrario de invaluables piezas milenarias, en su mayoría, productos del saqueo a otras culturas en un pasado no tan pasado, (lo mejor, para mí, es el sector destinado a Egipto), primero sentimos pena por esos objetos que no están en sus lugares de origen y después de una hora, cansancio. Hubo algo que me paralizó y emocionó: El Big Ben y el Palacio de Westminster. Este palacio sirvió como residencia del rey Enrique VIII durante el siglo XVI y la mayor parte de la estructura actual data del siglo XIX, época en la que el palacio debió ser reconstruido luego de un incendio en 1834. El Palacio de Westminster tiene cerca de 1.100 habitaciones, 100 escaleras y 5 kilómetros de pasillos. En esta impresionante edificación neo gótica dorada funciona el poder Legislativo del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, conformado por la cámara de los Lores y la de los Comunes. No podés imaginar la verdadera belleza y dimensión de estos prodigios de la arquitectura a menos que esté parado frente a ellos. Cualquier cosa que te cuenten es poco. Ningún otro monumento histórico me produjo esa sensación abrumadora. Comenzó a caer una llovizna mientras miraba el Big Ben y no podía ni quería moverme de allí.
14 ago 2009
13 ago 2009
NIZA-U2-"360 Tour"-15 -Julio- 2009. ¡Estuve Ahí!

12 ago 2009
Whatever Works!
Subido a YouTube por afrikabb.
Tuve la oportunidad de ir en París al pre-estreno de la nueva película del Director Woody Allen "Whatever Works", protagonizada por Larry David como el odioso Boris Yellnikoff. Boris, un ex profesor de física en Columbia University proclama sarcástica, insolente, y deliciosamente, su superioridad ante el mundo, y no duda en expresársela -de la misma grácil manera- a sus pequeños alumnos-contrincantes de ajedrez, su nueva ocupación.
Cruza en el camino de Boris a una provinciana adolescente fugitiva de casa, Melody, a quien el viejo profesor brindará techo y comida por unos días. Melody es el prototipo de chiquilla alleniana, a saber: rubia, linda, tonta, dulce y claro, de buen corazón. Empiezan los enredos románticos, los triángulos amorosos, al mejor estilo Allen. Este film tendrá fans y detractores, a mi me encantó. Volvió el verdadero Woody Allen en su mejor elemento. Con un giro genial que te sorprenderá en tu carácter de público. Cualquier similitud física entre el protagonista y el director de la película, no es coincidencia. Acaba de estrenarse en Estados Unidos el 11 de Agosto. Te la hiper recomiendo y no te olvides: "¡Cualquier cosa funciona!"
Regreso y París.

Vista de Notre Dame desde la Torre Eiffel.
Hicimos casi todo lo que se debe hacer: Caminar por el Barrio Latino y Saint Germain. El campo de Marte y la Torre Eiffel. Montmartre y Sacre Cour. La imperdible y mística Notre Dame. Recorrer las orillas románticas del Senna. El Arco del Triunfo. El Museo del Louvre. Los Campos Elíseos. El Panteón. La Iglesia de los Inválidos, etc.
Nosotros paramos en el barrio latino, sobre la rue des ecoles, muy cerca de Notre Dame. un punto neurálgico, cerca de todo, utilizando el metro o a pie. Impresiones y anécdotas: Fuimos caminando por la orilla del Senna, desde Notre Dame hasta la Torre Eiffel, es agotadora la experiencia; pero también la mejor forma de captar la esencia parisina. Nunca caminé tanto en mi vida. Es una ciudad pensada para ser bella, única y muy limpia. Por momentos, cuando tomaba conciencia de estar parado sobre la historia misma: en donde cruzó Napoleón triunfante con su ejército, o le cortaron la cabeza a los nobles en plena revolución francesa o en donde vivieron parte de sus vidas genios como Rimbaud, Sartre, Simone de Beauvoir, Proust, Lacan, entre tantos otros, me estremecía y un par de lágrimas calladas rodaban por mi ser pequeño y mortal.

La vista fabulosa del viejo París desde la Torre Eiffel vale la tortura china que implica subir a ella. Cuatro o cinco horas tardamos en completar el recorrido. Colas interminables abajo, al medio, arriba. No cometas nuestro error, no subas hasta la punta, es al pedo porque la vista no es mejor y terminás muerto con el cambio y espera de los ascensores. Hay un punto intermedio ideal y suficiente. Cuando llegamos a ese punto, ya no soportábamos esperar más el ascensor, por lo que decidimos bajar MIL escalones hasta la base. Nos quedamos sin piernas, sin rodillas y nuestro día terminó ahí. Son esas cosas para hacerlas una vez y nunca más. Un par de veces nos envolvió algún vaho humano, francés o ruso, insoportable; la gente en general, tiene mucha onda pero es un poco descuidada en su higiene personal, salvo en zonas paquetas, como la Avenida Victor Hugo, en donde prima la impecabilidad y te cruzás con las personas, hombres y mujeres por igual, mejor vestidas del mundo. Lo más impactante fue visitar la Basílica de Sacre Cour en en el bohemio barrio de Montmartre. Te da la sensación de estar camino al cielo. Soy creyente y ese Jesús mirando hacia París desde la base de la enorme cúpula de la Basílica es cautivante y conmovedor. Lo más lindo fue poder decirnos te amo a mitad del Pont Neuf.
Mañana sigo con Londres.