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8 sept 2009

El Deseo.

Deseo. Deseo. Deseo. Deseo. ¿Vivimos para desear? Según Freud, sí. Mejor dicho: porque deseamos, vivimos. Y el deseo, que no es una función vital posible de satisfacerse, está condenado a no ser saciado totalmente. Deseamos amar, hacer el amor, viajar, recibirnos, cambiar, crecer, evolucionar, ¿reproducirnos?
Nos vemos perfectamente representados en la imagen del conejo corriendo la zanahoria. Nos impulsa una tensión y la necesidad de descarga de esa tensión, que no es real. Esa sensación de satisfacción sólo se produjo una vez: al succionar el pecho materno, las descargas venideras, las sensaciones de placer posteriores son sólo un recuerdo de ese primer momento con la madre. ¡Terrible!
Investigando hallé esta genial clasificación al respecto y quiero compartirlo con ustedes. Los derechos de autor de los textos siguientes figuran al final en "Fuentes".
El deseo.
¿Qué es el deseo? ¿Una pulsión que nos inclina irremediablemente hacia un objetivo irracional, o quizá una necesidad interna elegida deliberadamente negociación racional mediante? Para algunos, el deseo es la causa del sufrimiento mismo y su aniquilación, el secreto de la felicidad. Para otros, el deseo da sentido a la vida y es móvil de inspiración y productividad. Efectivamente, las apreciaciones varían sutilmente a veces y terminantemente otras tantas. Recorreremos brevemente estas diferentes ideas, siguiendo entre otras fuentes, el diccionario de filosofía de José Ferrater Mora, las diferentes posiciones filosóficas relativas al concepto de deseo.
El deseo en el mundo antiguo.
Si nos remontamos a Aristóteles, el deseo es uno de los componentes del apetito y no sería necesariamente irracional, sino que por el contrario, podría ser un acto premeditado, que tiene como objeto algo sobre lo que se ha de decidir. En este sentido, aquello que es llamado “elección” o “preferencia” sería un “deseo deliberado”.
Pero
Platón, hace un análisis muy diferente: en primer lugar, plantea un contraste entre deseo y razón, aunque en rigor, admite la existencia de diferentes tipos de deseos, los necesarios y los innecesarios e incluso considera la posibilidad de que el deseo pertenezca exclusivamente a la naturaleza del alma. Así, es frecuente en la filosofía de la antigüedad, considerar al deseo como una pasión del alma. En efecto, cuando se acentuaba el carácter racional del alma, esto podía considerarse como un obstáculo para el predominio de la razón, aunque de todas formas, el término “pasión” no debería necesariamente entenderse en aquel contexto de modo exclusivamente despectivo (por ejemplo, Zenón de Citio hablaba del deseo como de una de las cuatro “pasiones” -las otras tres eran el temor, el dolor y el placer-).
El deseo en tiempos medievales.
Para
Tomás de Aquino, el deseo no es tan solo un apetito sensitivo. Para este filósofo medieval, el deseo puede ser sensible o racional y expresa la aspiración por algo que no se posee. Sin embargo, Tomás diferenciará entre el deseo y el amor o delectación. En efecto, el deseo puede ser bueno o malo, pero esto dependerá del objeto hacia el cuál éste se enfoca.
El deseo en la modernidad.
Ya en tiempos modernos, el deseo suele aparecer bajo el concepto de “pasión del alma” y en un sentido bastante amplio aparece el interés psicológico por el término.
Descartes lo verá como una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el porvenir de las cosas que se representa como convenientes para ella. Y del mismo modo, para Locke, el deseo es la ansiedad que surge acomo consecuencia de la ausencia de algo cuyo goce presente comprende la idea de deleite. Para Spinoza, el deseo es simplemente el apetito acompañado por la conciencia de sí mismo.
Luego, según
Hegel, la conciencia de sí mismo es el estado de deseo en general, porque la condición de deseo y de trabajo o esfuerzo aparece en el proceso en que la conciencia vuelve a sí misma en el curso de sus transformaciones como conciencia infeliz.
Pero para
Sartre el deseo no es pura subjetividad aunque tampoco pura apetencia. En efecto, la intencionalidad del deseo no se agota en el “hacia algo” sino que simultáneamente es algo para sí mismo y para el otro deseado. En este sentido general y especialmente en el caso del deseo sexual, para Sarte, el deseo tiene un ideal imposible porque aspira a poseer la trascendencia del otro como pura trascendencia y como cuerpo aspirando reducir al otro a su “simple facticidad” y a la vez, pretende que esa felicidad sea una perpetua representación de su trascendencia anonadora.
El deseo como pulsión de vida.
Desde el punto de vista psicoanalítico, el deseo podría interpretarse como la pulsión de vida (Eros), la cual tiende a la creatividad. Esta fuerza inspiradora se contrapone con la pulsión de muerte. En este sentido, existe una suerte de equilibrio entre ambas pulsiones. La angustia de muerte podría originarse en el temor de no poder satisfascer el deseo, lo cual nos define como sujetos finitos. Y esta finitud se manifiesta en una pulsión interna autodestructiva cuyas vicisitudes dependen del otro par pulsional.
El deseo en la filosofía oriental.
En el contexto del budismo, el deseo es considerado la causa de todo sufrimiento. De hecho, las cuatro verdades nobles definen a la vida como sufrimiento (Dukkha) y al deseo como la causa de esta realidad (Samudaya). Lo que sigue es que para eliminar el sufrimiento es necesario eliminar el deseo (Nirodha) lo cual abre las puertas de la iluminación para quien estuviera dispuesto a seguir un camino espiritual (Magga). Esta mirada negativa del deseo se contrapone con la perspectiva positiva que sobrevuela de un modo u otro a las diferentes concepciones occidentales. Mientras que para occidente, aun con particulares matices, el deseo aparece siempre como un motor movilizador, para el budismo, el deseo simplemente paraliza e impide el progreso espiritual.
Fuentes: El Deseo.
Para darle un cierre perfecto a esa tremenda y dulce condena llamada deseo, nadamejor que el siguiente tema:



Deseo de Cosas Imposibles. La Oreja de Vang Gogh.
Subido a YouTube por orejamania.

24 ago 2009

Verdad En La Trivialidad.

¿Soy frívolo? A veces sí. Es mi escudo de protección. Sobretodo en reuniones donde citar a un escritor o hablar del misterio de la existencia humana parecen malas palabras. Lo digo con afecto. Activo el programa "pasarla bien" y un sinfín de temas de revista dominical caen de mi boca. Todos contentos, todos ríen. Ojo, río de verdad. Disfruto de verdad. Cada persona tiene sus intereses particulares y en las reuniones de amigos no siempre esos intereses van a ser atrayentes. Por ello uno recurre a temas comunes, triviales, a la novedad. La comunión radica en "coincidir" con tus "pares" . Y a no ser, que un un taller sobre Parménides y Heráclito, dictada por algun catedrático sexsagenario, un sábado a las nueve de la noche, sea la joda total, esas coincidencias deben ser "comunes", compartidas, populares, aunque parezcas un tonto, descorchando vinos y derrochando cuerdas vocales para hablar de esa nada necesaria, chispeante, caliente, irresistible.
Desde siempre he creído que somos una especie manipulada ancestralmente por extraterrestres. "Somos, lo que buscamos en el espacio exterior". Creo en la reencarnación. Estudio Psicología. Amo la filosofía. Pienso mucho en por qué, un ser con llama divina como el ser humano, se empecina en comportarse como un virus. Considero al misterio de la muerte como una prohibición fundamental para el aprendizaje en esta tierra: un alumno de tercer grado, se aburriría mucho en clase si supiera, el contenido a dictarse en cuarto grado. Estamos en un aula. Y pasar de grado puede ser lo que entendemos dramáticamente por muerte. O no. No lo sé. Pasé los treinta. Y cuando me reuno con mis amigos, todo diferentes, no deseo hablar en serio, de mí, de mis razones. Quiero ser un entretenimiento y que ellos me entregan. Porque soy hedonista, porque la risa es salud, porque el vino sólo se disfruta enamorado y/o riendo. Baco entendía el misticismo de la uva y la risa. Existe un tiempo y un lugar para todo. Un día, después de haber hecho todo lo que pude y quise, y haber logrado diferenciar como Epicuro, los placeres necesarios de los innecesarios, (en los necesarios, considero, habita Dios) voy a recordar estas palabras, montado en un jeep, atravesando la patagonia, más allá de "El Fuerte", siguiendo el sueño de Martí y la voluntad de Percival , en busca del Santo Grial. "El camino, ya se sabe, es uno". ¿Entonces, soy frívolo? A veces. Porque no me falta pulpa para sostener el brillo de la cáscara.

30 mar 2009

Homo Videns.

Hace un par de días dije en un post que estaba harto del "homo videns" y me preguntaron cual era el significado. Bueno, hallé esta monografía sobre la obra de Giovanni Sartori, "La sociedad teledirigida" donde está explicado a la perfección. Los invito a leer un extracto de la misma:
"Giovanni Sartori advierte: un mundo concentrado sólo en el hecho de ver es un mundo estúpido. El homo sapiens, un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende.
El proceso comienza desde la infancia. La televisión es la primera escuela del niño, en donde se educa con base en imágenes que le enseñan que lo que ve es lo único que cuenta. Así, la función simbólica de la palabra queda relegada frente a la representación visual . El niño aprende de la televisión antes que de los libros: se forma viendo y ya no lee. Dicha formación va atrofiando su capacidad para comprender, pues su mente crece ajena al concepto -que se forma y desarrolla mediante la cultura escrita y el lenguaje verbal-. De esta manera, "Los estímulos ante los cuales responde cuando es adulto son casi exclusivamente audiovisuales".
Dejando a un lado la función de entretenimiento que la televisión tiene, Sartori se concentra en su labor formativa. No es el homo ludens el que le interesa, sino el homo videns. Si el niño crece junto al televisor, su concepción del mundo se vuelve una caricatura; conoce la realidad por medio de sus imágenes y la reduce a éstas. Su capacidad de administrar los acontecimientos que lo rodean está condicionada a lo visible: su capacidad de abstracción (de trascender, por decirlo de algún modo, lo que le dicta el ojo) es sumamente pobre, "no sólo en cuanto a palabras, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado". La imagen no tiene contenido cognoscitivo, es prácticamente ininteligible. El acto de ver anula, en este caso, el de pensar. El concepto queda sumergido entre colores, formas, secuencias y ruidos de fondo. En tanto que la asimilación de una palabra requiere del conocimiento de un lenguaje y de una lengua, la imagen, por su parte, se procesa automáticamente: se ve, y con eso es suficiente.
Por supuesto, Sartori no ignora las repercusiones políticas que acarrea el surgimiento del homo videns. Si es cierto que la democracia es el gobierno-de la opinión, y que los medio(especialmente la televisión) son, en gran medida, formadores y transmisores de la misma, entonces la importancia que adquieren como instrumentos de y del poder es enorme.
En el mundo del homo videns no hay más autoridad que la de la pantalla: el individuo sólo cree en lo que ve (o en lo que cree ver). Sin embargo, la imagen también miente; puede falsear los hechos con la misma facilidad que cualquier otro medio de comunicación, con la diferencia de que, "la fuerza de la veracidad inherente a la imagen hace la mentira más eficaz y, por tanto, más peligrosa". Además, la propia naturaleza del espacio televisivo tiende, irremediablemente, a descontextualizar las imágenes que transmite, pues mientras se ocupa de las últimas noticias y de las imágenes más escandalosas, margina otros aspectos que aunque pueden ser más importantes que los que se ven, no son, plásticamente, tan atractivos. Lo inquietante es, pues, que el poder de la evidencia visible es contundente, ésta siempre dice lo que tiene que decir: su veredicto es irrefutable.
Sobre la posibilidad del gobierno del pueblo en la época del homo videns, Sartori cita a Ghita lonescu: "El hecho de que la información y la educación política estén en manos de la televisión [ ... ] representa serios problemas para la democracia. En lugar de disfrutar de una democracia directa, el demos está dirigido por los medios de comunicación". Éstos no son el espejo de la opinión pública, sino -la pantalla que recoge el eco que viene de regreso. De acuerdo con Sartori, no reflejan los cambios que ocurren, sino las transformaciones que, a la larga, promueven. La abundancia de información no garantiza la comprensión de los fenómenos: "se puede estar informadísimo de muchas cuestiones, y a pesar de ello no comprenderlas". La televisión produce un demos cuyo criterio somete a sí misma. No es una multitud que cree opinión, es un público que la demanda. Y así, se genera un grave problema de auto consistencia: la referencia del público es la opinión que los medios transmiten, de manera que el productor produce a sus consumidores y éstos, a su vez, se vuelven adictos al producto. Un homo videns que ha perdido la capacidad de disentir se vuelve, entonces, un elector tele dirigido. "En estas condiciones, el que apela y promueve un demos que se auto gobierne es un estafador sin escrúpulos, o un simple irresponsable, un increíble inconsciente."

8 mar 2009

De Paracelso Para Que Todo Vaya Bien

Existen reglas secretas, actitudes místicas y comportamientos que permiten a una persona que todo le vaya bien.
El médico suizo Theophrastus Bombast von Hohenheim, llamado Paracelso (1491-1541), aseguraba que en la ciencia, lo más importante era el conocimiento de la naturaleza.
"No vamos a seguir las enseñanzas de los viejos maestros, sino la observación de la naturaleza, confirmada por una larga práctica y experiencia. ¿Quién ignora que la mayor parte de los médicos dan falsos pasos en perjuicio de sus enfermos? (.....) Lo que el médico necesita es el conocimiento de la naturaleza y de sus secretos", aseguraba.
Pero Paracelso fue también un ocultista que hace 500 años decía que es posible ser un ganador, triunfador y lograr todo lo que se desea, si se siguen seis reglas de oro, de apariencia simple pero efectivas para lograr lo que deseamos.
Este genial hombre afirmaba que las fuerzas secretas de la naturaleza están confiadas a seres espirituales con mente positiva frente a las personas y a todo lo que les suceda. Y Paracelso sabía lo que decía, porque había llegado a conocer las fuerzas misteriosas del mundo invisible que nos rodea y que tienen gran influencia en nosotros.
Primera regla. Gozar de buena salud; para ello se debe respirar con frecuencia en forma rítmica y hondamente, llenando bien los pulmones y expulsar el aire con ritmo hasta el final. Se debe también beber abundante agua todo el día y en pequeños sorbos. Comer mucha fruta, masticar los alimentos del modo más perfecto posible. Evitar el alcohol, tabaco, drogas y bañarse diariamente.
Segunda regla. Desterrar toda idea posible de rencor, odio, pesimismo, tedio o tristeza. Huir como la peste de todas las personas que sean viciosas, ruines y murmuradoras, indolentes y vulgares.
Tercera regla. Haz todo el bien posible. Siempre que puedas auxilia a quien lo necesite pero jamás tengas debilidad por ninguna persona. Debes cuidar tus energías y huir de todo sentimentalismo negativo.
Cuarta regla. Olvida las ofensas y si es necesario esfuérzate por pensar bien de tu peor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser profanado por el odio.
Quinta regla. Debes recogerte todos los días donde nadie pueda turbarte y meditar siquiera durante media hora. En ese lapso procura no pensar en nada. Ello fortifica energéticamente el cerebro y el espíritu, posibilitando el contacto con las buenas influencias. Ese es el tiempo de escuchar nuestra voz interior.
Sexta regla. Jamás temas a las personas ni permitas que te provoquen sobresaltos. Procura que tu alma se encuentre fuerte y limpia y todo te saldrá bien.

6 mar 2009

Más Nietzsche.

Este pensador poderoso y excelente prosista alemán, que no sólo capturó con lucidez la naturaleza humana y penetró con agudeza las almas e instituciones de su época, sino que también se adelantó en muchos sentidos al espíritu del siglo XX, fue además un maestro del aforismo:
Quiero compartir algunos extraídos de sus principales obras:
  • Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno, y este alumno le llega a ser infiel, pues está predestinado a ser maestro también.
  • El cristianismo nació para dar al corazón alivio; pero luego necesita primeramente abrumar el corazón para poder en seguida consolarle.
  • La distinción que encontramos en el infortunio (como si fuera un signo de vulgaridad, de falta de ambición, sentirse feliz) es tan grande, que si decimos a una persona "¡Pero, qué feliz es usted!", por lo general protesta.
  • El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros.
  • Hubo un tiempo en que el espíritu fue Dios; luego se hizo hombre y, por último, plebe.
  • El hombre es algo que debe ser superado; el hombre es un puente y no un fin.
  • Te castigan por tus virtudes. Sólo perdonan sinceramente tus errores.
  • Un hombre que se creyera absolutamente bueno sería espiritualmente un idiota.
  • ¿Hay aún filósofos? En realidad, en nuestra vida hay mucho de filosófico, sobre todo en los hombres científicos; pero filósofos propiamente dichos, hay tan pocos como verdaderos nobles. ¿Por qué? Ya no se cree en los filósofos, ni aun entre los sabios; éste es el escepticismo de una época democrática, que abjura de los hombres superiores. La psicología del siglo va dirigida esencialmente contra las naturalezas superiores.
  • El amor y la crueldad no son dos cosas opuestas: siempre se encuentran juntos en los caracteres más firmes y mejores.
  • Nada os pertenece en propiedad más que vuestros sueños!
  • La virtud principal del trabajo es impedir los ocios de las naturalezas más vulgares.
  • El que sabe que es profundo se esfuerza por ser claro; el que quiere parecer profundo se esfuerza por ser oscuro.
  • Para que el hombre pueda tenerse respeto a sí mismo es necesario que sea capaz también de ser malo.