Mostrando entradas con la etiqueta literatura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta literatura. Mostrar todas las entradas

4 nov 2009

Fragmentados.

En una noche de insomnio, hace poco, escribí este cuento. No sé si lo incluya en alguno de mis próximos libros; pero quiero compartirlo con los seguidores de mi blog.
Se titula
Fragmentados.
Sentado en su silla de madera vieja oscura y astillada estaba él. Ya no quería tomar su lágrima doble con escones de la panadería Don Vitto. Los escones más ricos del mundo solía decir. Tampoco prendió la tele para ver su serie preferida. Tomé el control remoto, busqué su canal.
-Mirá –le dije -, están pasando tu serie, ¡el hombre nuclear!
-Justamente – respondió con voz lejana.
-¿Justamente? ¿Qué pasa? –pregunté soprendida. -
Mamá, el hombre nuclear incorporó elementos biónicos a su cuerpo mutilado para suplir algunas de sus extremidades y órganos. De esa manera pudo ganarle a la naturaleza. Pero esa decisión lo llevó a convertirse en un ser fragmentado.
-¿Fragmentado? –pensé; luego respondí. -El no decidió eso nene. Si mal no recuerdo su Jefe ordenó convertirlo en robot o algo así mientras él dormía. ¡Basta hijo, tomá la leche, se te enfría!- Continuó hablando con la mirada fija en la pantalla.
-Mamá, la traducción al español del título de la serie “El hombre nuclear” es errónea porque todos somos nucleares si nos remitimos a la definición del diccionario: del núcleo de los átomos o referidos a él. En inglés es The Bionic man , la tecnología biónica esta compuesta por aspectos biológicos y aspectos electrónicos, también relacionado con lo nuclear pero diferente.
-Hijo, le pusieron ese nombre creo, porque Estados Unidos le tiró una bomba a los japoneses y querían demostrar como la energía nuclear, podía también ser útil para salvar una vida. Siempre hacen eso los yanquis, como con Vietnam. Todas sus malas acciones terminan siendo buenas a través del cine y me comés ya un esconcito, dale, mojalo en la leche como te gusta. - contesté. Percibí su poco interés en mi opinión. Y siguió:
-Fragmentado se refiere a porciones de un algo partido, fracturado, como los fragmentos de un texto o de un barco hundido. Podemos reconstruir la suma original aunque no tengamos todas las piezas. De esa manera ese origen se convierte en nuestro destino final. La muerte es nuestro límite, como en el tiempo regresivo de un juego, para reunir la mayor cantidad de partes posibles.
-Papito -agregué -, cuando morimos volvemos a esa unidad; porque volvemos a Dios. El cielo es como volver a la panza de mamá. Y la vida es acostumbrarse a andar como partes sueltas por ahí. Pero nunca estamos solos; porque tenemos la dicha de pertenecer a una familia. Antes de nacer vos y yo éramos una sola cosa. Y ahora sos un pedacito mío y de papá y yo de los abuelos. Y nos cuidamos unos a otros.
-El cielo… -exclamó como ido - y miró por la ventana. Aún era de día pero la luna ya estaba sobre los techos del pueblo.
Todo se enfrió. Quedamos a oscuras. Callados. Detenidos. Los escones estaban ya duros como piedras.
-No entiendo, -le dije. - ¿Cuándo dejaron de gustarte estas cosas? -¿Cuándo dejé de conocer … la puerta del patio que da a la cocina se abrió y entró como todas las noches Alberto.
-¡Paula! ¿Qué estás haciendo? -Me preguntó.
-Hablando sola mi vida -respondí sin mirarlo.
-¡Ya veo! ¡Con la luz apagada! ¿Y esta taza con leche fría? -Preguntó con una enorme sonrisa.
-¡Una lágrima doble! –grité y estallé en llanto. Alberto corrió a abrazarme.
-¿Qué pasa mi vida? -dijo con voz dulce.
-¡Nuestro hijo Carlos está en el cielo, eso pasa! -exclamé sollozando.
-¡Paula, Carlos está en el espacio! Es muy diferente. ¡Tú hijo es un científico! Es astronauta! – dijo y luego rió preocupado, mientras buscaba mi pastillero. -¿Tomaste la medicación, gorda? Te ponés mal si no la tomás. No jodamos con eso.
Alberto me calmó, como siempre. Tragué la pastilla sin ganas. Le llevé un café a su estudio y volví a la cocina. Puse de nuevo leche a calentar y miré por la ventana. Cuando hirvió, tomé una taza, serví la leche caliente en ella, puse una cucharada de café, revolví despacio. Dos cucharadas y media de azúcar. Soplé para enfriarla un poco y salí al patio. Miré hacia el espacio: mi estrella estaba allá pérdida, entre tantas, como yo esa noche -pensé-, mientras le daba un sorbo a aquella lágrima doble.
Derechos de autor registrado.

30 ago 2009

Marguerite Duras Y El Tren A Burdeos.

Desde mi adolescencia, (en todos los sentidos de la palabra: desde lo cronológico a la primera vez que padecí la injusticia o las consecuencias del desamor) he amado a la escritora Marguerite Duras y pensé en ofrendarle a esta tarde melancólica de domingo, uno de sus cuentos; y así, vestir con su forma inigualable de escribir, el paso de las horas celestes, rumbo a la noche y sus sueños.
El Tren a Burdeos.
Una vez tuve dieciséis años. A esa edad todavía tenía aspecto de niña. Era al volver de Saigón, después del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1930. Yo estaba allí con mi familia, mis dos hermanos y mi madre. Creo que había dos o tres personas más en el vagón de tercera clase con ocho asientos, y también había un hombre joven enfrente mío que me miraba. Debía de tener treinta años. Debía de ser verano. Yo siempre llevaba estos vestidos claros de las colonias y los pies desnudos en unas sandalias. No tenía sueño. Este hombre me hacía preguntas sobre mi familia, y yo le contaba cómo se vivía en las colonias, las lluvias, el calor, las verandas, la diferencia con Francia, las caminatas por los bosques, y el bachillerato que iba a pasar aquel año, cosas así, de conversación habitual en un tren, cuando uno desembucha toda su historia y la de su familia. Y luego, de golpe, nos dimos cuenta de que todo el mundo dormía. Mi madre y mis hermanos se habían dormido muy deprisa tras salir de Burdeos. Yo hablaba bajo para no despertarlos. Si me hubieran oído contar las historias de la familia, me habrían prohibido hacerlo con gritos, amenazas y chillidos. Hablar así bajo, con el hombre a solas, había adormecido a los otros tres o cuatro pasajeros del vagón. Con lo cual este hombre y yo éramos los únicos que quedábamos despiertos, y de ese modo empezó todo en el mismo momento, exacta y brutalmente de una sola mirada. En aquella época, no se decía nada de estas cosas, sobre todo en tales circunstancias. De repente, no pudimos hablarnos más. No pudimos, tampoco, mirarnos más, nos quedamos sin fuerzas, fulminados. Soy yo la que dije que debíamos dormir para no estar demasiado cansados a la mañana siguiente, al llegar a París. Él estaba junto a la puerta, apagó la luz. Entre él y yo había un asiento vacío. Me estiré sobre la banqueta, doblé las piernas y cerré los ojos. Oí que abrían la puerta, salió y volvió con una manta de tren que extendió encima mío. Abrí los ojos para sonreírle y darle las gracias. Él dijo: "Por la noche, en los trenes, apagan la calefacción y de madrugada hace frío". Me quedé dormida. Me desperté por su mano dulce y cálida sobre mis piernas, las estiraba muy lentamente y trataba de subir hacia mi cuerpo. Abrí los ojos apenas. Vi que miraba a la gente del vagón, que la vigilaba, que tenía miedo. En un movimiento muy lento, avancé mi cuerpo hacia él. Puse mis pies contra él. Se los di. Él los cogió. Con los ojos cerrados seguía todos sus movimientos. Al principio eran lentos, luego empezaron a ser cada vez más retardados, contenidos hasta el final, el abandono al goce, tan difícil de soportar como si hubiera gritado.
Hubo un largo momento en que no ocurrió nada, salvo el ruido del tren. Se puso a ir más deprisa y el ruido se hizo ensordecedor. Luego, de nuevo, resultó soportable. Su mano llegó sobre mí. Era salvaje, estaba todavía caliente, tenía miedo. La guardé en la mía. Luego la solté, y la dejé hacer.
El ruido del tren volvió. La mano se retiró, se quedó lejos de mí durante un largo rato, ya no me acuerdo, debí caer dormida.
Volvió.
Acaricia el cuerpo entero y luego acaricia los senos, el vientre, las caderas, en una especie de humor, de dulzura a veces exasperada por el deseo que vuelve. Se detiene a saltos. Está sobre el sexo, temblorosa, dispuesta a morder, ardiente de nuevo. Y luego se va. Razona, sienta la cabeza, se pone amable para decir adiós a la niña. Alrededor de la mano, el ruido del tren. Alrededor del tren, la noche. El silencio de los pasillos en el ruido del tren. Las paradas que despiertan. Bajó durante la noche. En París, cuando abrí los ojos, su asiento estaba vacío.
Fin.
"Muy pronto en la vida es demasiado tarde".
Marguerite Duras.
Sitio consultado: Ciudad Eva.

18 may 2009

Mario Benedetti. Se Nos Va Sin Irse Jamás.

Mario Benedetti. Nacido el 14 de septiembre de 1920. Falleció ayer a los 88 años, 17 de mayo de 2009, tras sufrir en las últimas semanas un deterioro en sus condiciones de salud, según informaron sus familiares. El autor de "La Tregua" se encontraba en su hogar de Montevideo, informó radio El Espectador.
A continuación, una joya del autor y una invitación a la reflexión sobre nuestra realidad . Hace un par de días, justamente, estuve en una reunión en donde, mientras hablaban sin hablar de cosas olvidables e intrascendentes, recordé este poema, que ahora, va a modo de homenaje para este gran maestro de las letras, ganador de tantos premios, autor de tantas maravillas, que se nos va sin irse jamás.

Poema a la clase media.
Clase media
medio rica
medio culta
entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande
Desde el medio mira
medio mal a los negritos
a los ricos
a los sabios
a los locos
a los pobres
Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che medio también
En el medio de la nada
medio duda
como todo le atrae (a medias)
analiza hasta la mitad todos los hechos
y (medio confundida) sale a la calle
con media cacerola
entonces medio llega a importar
a los que mandan
(medio en las sombras) a veces, sólo a veces,
se da cuenta (medio tarde)
de que la usaron de peón
en un ajedrez que no comprende
y que nunca la convierte en Reina
Así, medio rabiosa se lamenta
(a medias) de ser el medio
del que comen otros
a quienes no alcanza a entender ni medio...
Fue ayer un día muy triste para nuestra literatura. Muy triste. Más nublado y lluvioso que de costumbre, sobre la ciudad de Montevideo.
Un poema de Mario Benedetti marcó mucho mi adolescencia. Recuerdo, cuando me sentía un bicho raro, porque prefería quedarme en casa a escribir cuentos, en vez de salir a divertirme con amigos, haber pensado: "este escritor me entiende". En esos versos hallé refugio, comprensión. Lo sentí como un espejo calmante, frente a mi desesperación, mostrándome, crudo, la verdad. Enseñándome a aceptarla. Lloré aquella tarde. Tal vez, porque vi anticipada una de las caras fundamentales de mi destino, tal vez de alegría, ante mi naturaleza y su respuesta. Me refiero a ese poema llamado:

Soledad.
Ellos tienen razón esa felicidad
al menos con mayúscula no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve presoledad.

Después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad.

Ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable
minuto uno se siente solo en el mundo.

Sin asideros, sin pretextos
sin abrazos, sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo.

Los datos objetivos son como sigue.

Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos una
frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos claro
que la soledad no viene sola.

Si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades se vera un
largo y compacto imposible un sencillo
respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente.

Después de la alegría
Después de la plenitud
Después del amor
Viene la soledad.

Conforme pero Comprobar ortografía
que vendrá después
de la soledad.

A veces no me siento tan solo
si imagino mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad y de
la tuya otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después de la soledad.

Agrego: "después de Mario viene la soledad". Enraizado queda, para siempre, a nuestros corazones. Los dejo con este homenaje a Mario Benedetti: "Palabras verdaderas".

Subido a YouTube por Elortiba.

23 abr 2009

Día Internacional Del Libro.

Hoy es el Día Internacional del Libro, promulgado por la Unesco desde 1996, así que para festejarlo les obsequio este texto maravilloso:
"La Casa Encantada" de Virigina Woolf.
A cualquier hora que una se despertara, una puerta se estaba cerrando. De cuarto en cuarto iba, cogida de la mano, levantando aquí, abriendo allá, cerciorándose, una pareja de duendes.
«Lo dejamos aquí», decía ella. Y él añadía: «¡Sí, pero también aquí!» «Está arriba», murmuraba ella. «Y también en el jardín», musitaba él. «No hagamos ruido», decían, «o les despertaremos.»
Pero no era esto lo que nos despertaba. Oh, no. «Lo están buscando; están corriendo la cortina», podía decir una, para seguir leyendo una o dos páginas más. «Ahora lo han encontrado», sabía una de cierto, quedando con el lápiz quieto en el margen. Y, luego, cansada de leer, quizás una se levantara, y fuera a ver por sí misma, la casa toda ella vacía, las puertas quietas y abiertas, y sólo las palomas torcaces expresando con sonidos de burbuja su contentamiento, y el zumbido de la trilladora sonando allá, en la granja. «¿Por qué he venido aquí? ¿Qué quería encontrar?» Tenía las manos vacías. «¿Se encontrará acaso arriba?» Las manzanas se hallaban en la buhardilla. Y, en consecuencia, volvía a bajar, el jardín estaba quieto y en silencio como siempre, pero el libro se había caído al césped.
Pero lo habían encontrado en la sala de estar. Aun cuando no se les podía ver. Los vidrios de la ventana reflejaban manzanas, reflejaban rosas; todas las hojas eran verdes en el vidrio. Si ellos se movían en la sala de estar, las manzanas se limitaban a mostrar su cara amarilla. Sin embargo, en el instante siguiente, cuando la puerta se abría, esparcido en el suelo, colgando de las paredes, pendiente del techo... ¿qué? Yo tenía las manos vacías. La sombra de un tordo cruzó la alfombra; de los más profundos pozos de silencio la paloma torcaz extrajo su burbuja de sonido. «A salvo, a salvo, a salvo...», latía suavemente el pulso de la casa. «El tesoro está enterrado; el cuarto...», el pulso se detuvo bruscamente. Bueno, ¿era esto el tesoro enterrado?
Un momento después, la luz se había debilitado. ¿Afuera, en el jardín quizá? Pero los árboles tejían penumbras para un vagabundo rayo de sol. Tan hermoso, tan raro, frescamente hundido bajo la superficie el rayo que yo buscaba siempre ardía detrás del vidrio. Muerte era el vidrio; muerte mediaba entre nosotros; acercándose primero a la mujer, cientos de años atrás, abandonando la casa, sellando todas las ventanas; las estancias quedaron oscurecidas. Él lo dejó allí, él la dejó a ella, fue al norte, fue al este, vio las estrellas aparecer en el cielo del sur; buscó la casa, la encontró hundida bajo la loma. «A salvo, a salvo, a salvo», latía alegremente el pulso de la casa. «El tesoro es tuyo.»
El viento sube rugiendo por la avenida. Los árboles se inclinan y vencen hacia aquí y hacia allá. Rayos de luna chapotean y se derraman sin tasa en la lluvia. Rígida y quieta arde la vela. Vagando por la casa, abriendo ventanas, musitando para no despertarnos, la pareja de duendes busca su alegría.
«Aquí dormimos», dice ella. Y él añade: «Besos sin número.» «El despertar por la mañana...» «Plata entre los árboles...» «Arriba...» «En el jardín...» «Cuando llegó el verano...» «En la nieve invernal...» Las puertas siguen cerrándose a lo lejos, distantes, con suave sonido como el latido de un corazón.
Se acercan más; cesan en el pasillo. Cae el viento, resbala plateada la lluvia en el vidrio. Nuestros ojos se oscurecen; no oímos pasos a nuestro lado; no vemos a señora alguna extendiendo su manto fantasmal. Las manos del caballero forman pantalla ante la linterna. Con un suspiro, él dice: «Míralos, profundamente dormidos, con el amor en los labios.»
Inclinados, sosteniendo la linterna de plata sobre nosotros, nos miran larga y profundamente. Larga es su espera. Entra directo el viento; la llama se vence levemente. Locos rayos de luna cruzan suelo y muro, y, al encontrarse, manchan los rostros inclinados; los rostros que consideran; los rostros que examinan a los durmientes y buscan su dicha oculta.
«A salvo, a salvo, a salvo», late con orgullo el corazón de la casa. «Tantos años...», suspira él. «Me has vuelto a encontrar.» «Aquí», murmura ella, «dormida; en el jardín leyendo; riendo, dándoles la vuelta a las manzanas en la buhardilla. Aquí dejamos nuestro tesoro...» Al inclinarse, su luz levanta mis párpados. «¡A salvo! ¡A salvo! ¡A salvo!», late enloquecido el pulso de la casa. Me despierto y grito: «¿Es este el tesoro enterrado de ustedes? La luz en el corazón.»
FIN
Fuente consultada: www.ciudadseva.com

6 mar 2009

Más Nietzsche.

Este pensador poderoso y excelente prosista alemán, que no sólo capturó con lucidez la naturaleza humana y penetró con agudeza las almas e instituciones de su época, sino que también se adelantó en muchos sentidos al espíritu del siglo XX, fue además un maestro del aforismo:
Quiero compartir algunos extraídos de sus principales obras:
  • Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno, y este alumno le llega a ser infiel, pues está predestinado a ser maestro también.
  • El cristianismo nació para dar al corazón alivio; pero luego necesita primeramente abrumar el corazón para poder en seguida consolarle.
  • La distinción que encontramos en el infortunio (como si fuera un signo de vulgaridad, de falta de ambición, sentirse feliz) es tan grande, que si decimos a una persona "¡Pero, qué feliz es usted!", por lo general protesta.
  • El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros.
  • Hubo un tiempo en que el espíritu fue Dios; luego se hizo hombre y, por último, plebe.
  • El hombre es algo que debe ser superado; el hombre es un puente y no un fin.
  • Te castigan por tus virtudes. Sólo perdonan sinceramente tus errores.
  • Un hombre que se creyera absolutamente bueno sería espiritualmente un idiota.
  • ¿Hay aún filósofos? En realidad, en nuestra vida hay mucho de filosófico, sobre todo en los hombres científicos; pero filósofos propiamente dichos, hay tan pocos como verdaderos nobles. ¿Por qué? Ya no se cree en los filósofos, ni aun entre los sabios; éste es el escepticismo de una época democrática, que abjura de los hombres superiores. La psicología del siglo va dirigida esencialmente contra las naturalezas superiores.
  • El amor y la crueldad no son dos cosas opuestas: siempre se encuentran juntos en los caracteres más firmes y mejores.
  • Nada os pertenece en propiedad más que vuestros sueños!
  • La virtud principal del trabajo es impedir los ocios de las naturalezas más vulgares.
  • El que sabe que es profundo se esfuerza por ser claro; el que quiere parecer profundo se esfuerza por ser oscuro.
  • Para que el hombre pueda tenerse respeto a sí mismo es necesario que sea capaz también de ser malo.

Súper Nietzsche.

¿Nietzsche? ¡Es muy complicado! Siempre obtengo la misma respuesta. En música clásica, quien sólo escucha a Vivaldi, difícilmente comprenda a Wagner. En el mundo de las letras pasa lo mismo, sobretodo con genios pensadores como Nietzsche o como su maestro y precursor, Schopenhauer. También ha sido tildado de pesimista o de antisemita, producto de malas interpretaciones, de forma deliberada, para justificar lo injustificable.
A temprana edad ya había leído la mayoría de sus obras. No entendí todo al principio. Y nunca, para mí, se llega con él a una lectura final. Sus ideas, aunque no sean comprendidas de entrada, penetran y avanzan tomándote de a poco.
Releo en especial, Humano demasiado Humano, El Anticristo, Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal. Siempre descubro algo nuevo y fascinante que me paraliza. También son fabulosos Ecce Homo y El crepúsculo de los Îdolos. (Cualquier similitud con el "Ocaso de los Dioses" de Wagner, no es coincidencia.) La idea del "súper hombre" le dio significado a mi existencia:
"Se refiere a una potencialidad, a una capa­cidad del hombre para generar un sistema propio de valores y creencias que le permitan dar sentido al universo y, así, salir de la esclavitud a la que se encuentra sometido, funda­mentalmente por su apego a la religión y a los postulados metafísicos anticuados. En es­te sentido se opone al cristia­nismo y propugna la "muerte de Dios". Luego, con la madu­ración de su pensamiento, es­ta potencia fue pensada con respecto al cosmos, en don­de toda vida, toda identidad, es producto de relaciones de fuerza".
Entiendo esa "muerte de Dios" como el acto grandioso de poder terminar con esa mirada pasiva y culpógena hacia el cielo, a la cual nos han acostumbrado y volverla hacia uno.
Un regreso activo a la fuente, para atrevernos a hallar un particular sentido de las cosas. Y mediante la puesta en práctica de las potencialidades de la especie llegar a su mejor versión, o sea, el súper hombre. Por ejemplo: Un profeta. Alguien que llegó a su mejor versión.
El producto final. Lo que es la miel para las abejas, como bien dice Rainer María Rilke. La mayoría de los seres humanos nos quedamos a mitad a de camino de nuestras verdaderas capacidades. Por eso existen tan pocos descubridores y tantos seguidores, por eso los genios se diferencian del resto. Nietzsche no es "complicado", es complejo. Como la vida.
Más info: Wikipedia, Revista Ñ.

Falsos Lectores

¿Cuántos chantas intelectuales nos cruzamos en la vida? Muchos. Estudiantes de teatro que, por haber leído un par de obras y haber pegado cuatro gritos al cielo, se consideran letrados, con autoridad de opinión en cualquier tema cultural. El típico fanfarrón, con fines puramente sexuales, que memoriza frases extraídas de libros jamás leídos para tirárselas y seducir a cuánta presa cruza en su camino. O algunos políticos que no tienen ni el secundario terminado, con cargos tan altos como dudosos, obtenidos por oportunidad y no por capacidad. Son los peores: Piensan que la educación les entra por ósmosis apenas ven su nombre en una placa que dice "Ministro" "Director" o "Jefe".
Tanta gente afirma conocer a fondo las obras de grandes autores, cuando en realidad, sólo leyeron algún artículo en Internet, vieron una película basada o ni eso. Sin ir más lejos, seguro recordarán, tuvimos un presidente que afirmó haber leído las obras completas de Sócrates. ¡Quedan tan evidencia! Es preferible ser humilde y no pasar papelones ni dar vergüenza ajena. Los argentinos somos maestros en el arte de aparentar. Según la siguiente nota, los británicos tampoco se quedan atrás:
"Guerra y Paz", "Ulises" y "1984", son tres de los libros que se presume, sin haberlos leído.
Las obras de León Tolstói, James Joyce y George Orwell respectivamente son algunos de los libros que muchos británicos presumen falsamente de haber leído para impresionar en las conversaciones literarias.
Eso es lo que se desprende de una encuesta reseñada por The Guardian y la agencia EFE, sobre los hábitos de lectura de los ciudadanos del Reino Unido con motivo de la celebración anticipada, este jueves, del Día Mundial del Libro, que en todo el mundo se festejará, como todos los años, el 23 de abril. Un 42 por ciento de los encuestados admitieron haber mentido al decir que habían leído la distopía de Orwell, mientras que un 31 reconocieron lo mismo respecto al gran retrato de la sociedad rusa antes de la invasión napoleónica que es la novela de Tolstói.Un 25 por ciento hizo una admisión similar con respecto a la obra maestra del irlandés Joyce y cerca de un 24 por ciento dijo haber mentido sobre la lectura de la Biblia.Cuando se les preguntó qué autores leían con mayor gusto, un 61 por ciento de los encuestados citó a J.K. Rowling, la autora de la saga de Harry Potter y un 32 por ciento al autor de best-sellers John Grisham. ¡Si los libros te muerden, hacete cargo!
Fuentes: EFE, Revista Ñ.

3 mar 2009

Un Cuento De Borges.

Hace un par de días que estoy un poco bloqueado; porque tengo la cabeza puesta en terminar de dar forma a algunos proyectos literarios que me han agotado mentalmente; pero pronto estaré de regreso, tal vez mañana o dentro de quince minutos, no lo sé. Los dejo mientras tanto con éste cuento corto de Borges, uno de mis preferidos. Hasta luego.
Los dos reyes y los dos laberintos
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de -Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo a1 rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras, que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso."
Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea Aquel que no muere.

18 feb 2009

Cuando Los Objetos Se Comen Al Sujeto.

Se sentía un liliputiense, perdido entre las pertenencias colosales de varios gigantes, gritando en vano, con temor a ser aplastado. Nada podía hacer para llamar la atención. Por más que cantaba, bailaba o hacía chistes como un bufón, o lloraba, pedía y buscaba como un niño abandonado, nada era suficiente para ser oído, allá, al pie de aquellos símbolos a través de los cuales, ellos habían reemplazado el verbo "Ser" por el verbo"Tener".
Primero perdió la sombra. Después la esperanza. Calló. Dejó de pedir ayuda. Pegado a un rincón, veía a los gigantes ir y venir.
Sin sol, poco a poco, fue adquiriendo el color de la pared o del piso. Hasta que cierto día, una escoba, lo confundió con polvo y lo barrió para siempre. Recién en ese momento, ya tarde, los gigantes experimentaron un profundo e inexplicable silencio.

7 ene 2009

Sobre Relajarte Y Morir En El Intento.

Ansiedad. Enero iba a ser un mes tranquilo. Para relajarse. Y dar rienda suelta a la actividad creativa. Salgo de mi laburo a las tres de la tarde por el horario de verano. Iba a dedicar todas esas horas restantes a redondear algunos proyectos literarios y musicales inconclusos. En fin. Lo único que ha provocado en mí el tiempo libre es ansiedad. Y después desgano, sueño, aburrimiento. Me doy cuenta que no puedo escribir si no tengo las horas contadas. Funciono bajo presión. Así que ya ando husmeando en cuento curso de verano ha salido publicado para ver en que me engancho. Ni ganas de tomarme un vino tengo. Y eso en mí, es código rojo. Peligro total. Muchos sueñan con tener tiempo para el ocio constructivo. Pero cuando lo tienen, suele suceder lo mismo. Uno siempre desea lo que no posee. Por ejemplo, tengo una amiga escritora, muy buena por cierto, que se quejaba de no tener la tranquilidad suficiente para poder dar forma a su nueva novela. Se fue entonces a Estados Unidos, becada, a un sitio diseñado especialmente para artistas, para despertar a las musas, en medio de la montaña, un centro cultural rodeado de naturaleza, en donde podés quedarte lo necesario, con todas las necesidades cubiertas. Me contó que desde unos ventanales, frente a su escritorio, veía a los animales del bosque, ardillas, ciervos, etc. Se oía el silencio. Perfecto, pensó. Encendió su notebook y se dispuso a comenzar. Nada. Durante un mes nada. Estuvo dos. Sólo el últim pudo escribir algunas hojas. El lugar se tornó insoportable. Y cuando regresó a la ciudad, al ruido, al quilombo, no paró de escribir. Somos la gata flora. Sobretodo los dedicados al tortuoso, apasionado y adictivo mundo de las letras.
PD: Sigo ansioso. What pass? jaja.

21 dic 2008

Un cuento De Navidad.

EL ÚLTIMO SUEÑO DEL VIEJO ROBLE
Había una vez en el bosque, sobre los acantilados que daban al mar, un vetusto roble, que tenía exactamente trescientos sesenta y cinco años. Pero todo este tiempo, para el árbol no significaba más que lo que significan otros tantos días para nosotros, los hombres.Nosotros velamos de día, dormimos de noche y entonces tenemos nuestros sueños. La cosa es distinta con el árbol, pues vela por espacio de tres estaciones, y sólo en invierno queda sumido en un sueño; el invierno es su tiempo de descanso, es su noche tras el largo día formado por la primavera, el verano y el otoño.Aquel insecto que apenas vive veinticuatro horas y que llamamos efímera, más de un caluroso día de verano había estado bailando, viviendo, flotando y disfrutando en torno a su copa. Después, el pobre animalito descansaba en silenciosa bienaventuranza sobre una de las verdes hojas del roble, y entonces el árbol le decía siempre:- ¡Pobre pequeña! Tu vida entera dura sólo un momento. ¡Qué breve! Es un caso bien triste.- ¿Triste? - respondía invariablemente la efímera -. ¿Qué quieres decir? Todo es tan luminoso y claro, tan cálido y magnífico, y yo me siento tan contenta...- Pero sólo un día y todo terminó.- ¿Terminó? - replicaba la efímera -. ¿Qué es lo que termina? ¿Has terminado tú, acaso?- No, yo vivo miles y miles de tus días, y mi día abarca estaciones enteras. Es un tiempo tan largo, que tú no puedes calcularlo.
- No te comprendo, la verdad. Tú tienes millares de mis días, pero yo tengo millares de instantes para sentirme contenta y feliz. ¿Termina acaso toda esa magnificencia del mundo, cuando te mueres? - No - decía el roble -. Continúa más tiempo, un tiempo infinitamente más largo del que puedo imaginar.- Entonces nuestra existencia es igual de larga, sólo que la contamos de modo diferente.Y la efímera danzaba y se mecía en el aire, satisfecha de sus alas sutiles y primorosas, que parecían hechas de tul y terciopelo. Gozaba del aire cálido, impregnado del aroma de los campos de trébol y de las rosas silvestres, las lilas y la madreselva, por no hablar ya de la aspérula, las primaveras y la menta rizada. Tan intenso era el aroma, que la efímera sentía como una ligera embriaguez. El día era largo y espléndido, saturado de alegría y de aire suave, y en cuanto el sol se ponía, el insecto se sentía invadido de un agradable cansancio, producido por tanto gozar. Las alas se resistían a sostenerlo, y, casi sin darse cuenta, se deslizaba por el tallo de hierba, blando y ondeante, agachaba la cabeza como sólo él sabe hacerlo, y se quedaba alegremente dormido. Ésta era su muerte.- ¡Pobre, pobre efímera! - exclamaba el roble -. ¡Qué vida tan breve!Y cada día se repetía la misma danza, el mismo coloquio, la misma respuesta y el mismo desvanecerse en el sueño de la muerte. Repetíase en todas las generaciones de las efímeras, y todas se mostraban igualmente felices y contentas.El roble había estado en vela durante toda su mañana primaveral, su mediodía estival y su ocaso otoñal. Llegaba ahora el período del sueño, su noche. Acercábase el invierno.Venían ya las tempestades, cantando: «¡Buenas noches, buenas noches! ¡Cayó una hoja, cayó una hoja! ¡Cosechamos, cosechamos! Vete a acostar. Te cantaremos en tu sueño, te sacudiremos, pero, ¿verdad que eso le hace bien a las viejas ramas? Crujen de puro placer. ¡Duerme dulcemente, duerme dulcemente! Es tu noche número trescientos sesenta y cinco; en realidad, estrictamente hablando, eres un jovencito. ¡Duerme dulcemente! La nube verterá nieve sobre ti. Te hará de sábana, una caliente manta que te envolverá los pies. Duerme dulcemente, y sueña».Y el roble se quedó despojado de todo su follaje, dispuesto a entregarse a su prolongado sueño invernal y soñar; a soñar siempre con las cosas vividas, exactamente como en los sueños de los humanos.También él había sido pequeño. Su cuna había sido una bellota. Según el cómputo de los hombres, se hallaba ahora en su cuarto siglo. Era el roble más corpulento y hermoso del bosque; su copa rebasaba todos los demás árboles, y era visible desde muy adentro del mar, sirviendo a los marinos de punto de referencia. No pensaba él en los muchos ojos que lo buscaban. En lo más alto de su verde copa instalaban su nido las palomas torcaces, y el cuclillo gritaba su nombre. En otoño, cuando las hojas parecían láminas de cobre forjado, acudían las aves de paso y descansaban en ella antes de emprender el vuelo a través del mar. Mas ahora había llegado el invierno; el árbol estaba sin hojas, y quedaban al desnudo los ángulos y sinuosidades que formaban sus ramas. Venían las cornejas y los grajos a posarse a bandadas sobre él, charlando acerca de los duros tiempos que empezaban y de lo difícil que resultaría procurarse la pitanza.Fue precisamente en los días santos de las Navidades cuando el roble tuvo su sueño más bello. Vais a oírlo.El árbol se daba perfecta cuenta de que era tiempo de fiesta. Creía oír en derredor el tañido de las campanas de las iglesias, y se sentía como en un espléndido día de verano, suave y caliente. Verde y lozana extendía su poderosa copa, los rayos del sol jugueteaban entre sus hojas y ramas, el aire estaba impregnado del aroma de hierbas y matas olorosas. Pintadas mariposas jugaban a la gallinita ciega, y las efímeras danzaban como si todo hubiese sido creado sólo para que ellas pudiesen bailar y alegrarse. Todo lo que el árbol había vivido y visto en el curso de sus años desfilaba ante él como un festivo cortejo. Veía cabalgar a través del bosque caballeros y damas de tiempos remotos, con plumas en el sombrero y halcones en la mano. Resonaba el cuerno de caza, y ladraban los perros. Vio luego soldados enemigos con armas relucientes y uniformes abigarrados, con lanzas y alabardas, que levantaban sus tiendas y volvían a plegarlas; ardían fuegos de vivaque, y bajo las amplias ramas del árbol los hombres cantaban y dormían. Vio felices parejas de enamorados que se encontraban a la luz de la luna y entallaban en la verdosa corteza las iniciales de sus nombres. Un día - habían transcurrido ya muchos años -, unos alegres estudiantes colgaron una cítara y un arpa eólica de las ramas del roble; y he aquí que ahora reaparecían y sonaban melodiosamente. Las palomas torcaces arrullaban como si quisieran contar lo que sentía el árbol, y el cuclillo pregonaba a voz en grito los días de verano que le quedaban aún de vida.Fue como si un nuevo flujo de vida recorriese el árbol, desde las últimas fibras de la raíz hasta las ramas más altas y las hojas. Sintió el roble como si se estirara y extendiera. Por las raíces notaba, que también bajo tierra hay vida y calor. Sentía crecer su fuerza, crecía sin cesar. Elevábase el tronco continuamente, ganando altura por momentos. La copa se hacía más densa, ensanchándose y subiendo. Y cuanto más crecía el árbol, tanto mayor era su sensación de bienestar y su anhelo, impregnado de felicidad indecible, de seguir elevándose hasta llegar al sol resplandeciente y ardoroso.Rebasaba ya en mucho las nubes, que desfilaban por debajo de él cual oscuras bandadas de aves migratorias o de blancos cisnes.Y cada una de las hojas del árbol estaba dotada de vista, como, si tuviese un ojo capaz de ver. Las estrellas se hicieron visibles de día, tal eran de grandes y brillantes; cada una lucía como un par de ojos, unos ojos muy dulces y límpidos. Recordaban queridos ojos conocidos, ojos de niños, de enamorados, cuándo se encontraban bajo el árbol.Eran momentos de infinita felicidad, y, sin embargo, en medio de su ventura sintió el roble un vivo afán de que todos los restantes árboles del bosque, matas, hierbas y flores, pudieran elevarse con él, para disfrutar también de aquel esplendor y de aquel gozo. Entre tanta magnificencia, una cosa faltaba a la felicidad del poderoso roble: no poder compartir su dicha con todos, grandes y pequeños, y este sentimiento hacía vibrar las ramas y las hojas con tanta intensidad como un pecho humano.Movióse la copa del árbol como si buscara algo, como si algo le faltara. Miró atrás, y la fragancia de la aspérula y la aún más intensa de la madreselva y la violeta, subieron hasta ella; y el roble creyó, oír la llamada del cuclillo.Y he aquí que empezaron a destacar por entre las nubes las verdes cimas del bosque, y el roble vio cómo crecían los demás árboles hasta alcanzar su misma altura. Las hierbas y matas subían también; algunas se desprendían de las raíces, para encaramarse más rápidamente. El abedul fue el más ligero; cual blanco rayo proyectó a lo alto su esbelto tronco, mientras las ramas se agitaban como un tul verde o como banderas. Todo el bosque crecía, incluso la caña de pardas hojas, y las aves seguían cantando, y en el tallito que ondeaba a modo de una verde cinta de seda, el saltamontes jugaba con el ala posada sobre la pata. Zumbaban los abejorros y las abejas, cada pájaro entonaba su canción, y todo era melodía y regocijo en las regiones del éter.- Pero también deberían participar la florecilla del agua - dijo el roble -, y la campanilla azul, y la diminuta margarita -. Sí, el roble deseaba que todos, hasta los más humildes, pudiesen tomar parte en la fiesta.- ¡Aquí estamos, aquí estamos! - se oyó gritar.- Pero la hermosa aspérula del último verano (el año pasado hubo aquí una verdadera alfombra de lirios de los valles) y el manzano, silvestre, ¡tan hermoso como era!, y toda la magnificencia de años atrás... ¡qué lástima que haya muerto todo, y no puedan gozar con nosotros!- ¡Aquí estamos, aquí estamos! - oyóse el coro, más alto aún que antes. Parecía como si se hubiesen adelantado en su vuelo.- ¡Qué hermoso! - exclamó, entusiasmado, el viejo roble ¡Los tengo a todos, grandes y chicos, no falta ni uno! ¿Cómo es posible tanta dicha?- En el reino de Dios todo es posible - oyóse una voz.Y el árbol, que seguía creciendo incesantemente, sintió que las raíces se soltaban de la tierra.
- Esto es lo mejor de todo - exclamó el árbol -. Ya no me sujeta nada allá abajo. Ya puedo elevarme hasta el infinito en la luz y la gloria. Y me rodean todos los que quiero, chicos y grandes.- ¡Todos!Éste fue el sueño del roble; y mientras soñaba, una furiosa tempestad se desencadenó por mar y tierra en la santa noche de Navidad. El océano lanzaba terribles olas contra la orilla, crujió el árbol y fue arrancado de raíz, precisamente mientras soñaba que sus raíces se desprendían del suelo. Sus trescientos sesenta y cinco años no representaban ya más que el día de la efímera.La mañana de Navidad, cuando volvió a salir el sol, la tempestad se había calmado. Todas las campanas doblaban en son de fiesta, y de todas las chimeneas, hasta la del jornalero, que era la más pequeña y humilde, elevábase el humo azulado, como del altar en un sacrificio de acción de gracias. El mar se fue también calmando progresivamente, y en un gran buque que aquella noche había tenido que capear el temporal, fueron izados los gallardetes.- ¡No está el árbol, el viejo roble que nos señalaba la tierra! - decían los marinos -. Ha sido abatido en esta noche tempestuosa. ¿Quién va a sustituirlo? Nadie podrá hacerlo.Tal fue el panegírico, breve pero efusivo, que se dedicó al árbol, el cual yacía tendido en la orilla, bajo un manto de nieve. Y sobre él resonaba un solemne coro procedente del barco, una canción evocadora de la alegría navideña y de la redención del alma humana por Cristo, y de la vida eterna: Regocíjate, grey cristiana. Vamos ya a bajar anclas. Nuestra alegría es sin par. ¡Aleluya, aleluya, a Cristo nuestro Rey!Así decía el himno religioso, y todos los tripulantes se sentían elevados a su manera por el canto y la oración, como el viejo roble en su último sueño, el sueño más bello de su Nochebuena.

2 dic 2008

La Dama De Los Libros.

Hoy al mediodía me pedí un café en un barcito frente a la plaza Vicente López, plena Recoleta, para comenzar a leer "Los Dioses del Destierro" de Enrique Heine, una reliquia de la colección "Biblioteca de la Nación". Es parte de la donación de una dama misteriosa. Hace un par de meses, una señora llamó y me dijo: "Sé que escribís y que te gusta leer. No importa mi nombre. Me gustaría donarte los libros de mi biblioteca. Necesito espacio y ya estoy grande. Quiero dejarlos en manos de alguien que sienta pasión por la lectura". Yo me quedé helado. Le dije que era un honor para mí. Ella se despidió con un beso y colgó. A los pocos días recibí dos enormes cajas, sin remitente ni dirección, repletas de libros, entre ellos, "Historia universal de la infamia" de Jorge Luis Borges, una primera edición, publicada en Noviembre de 1954, por la editorial Emecé. Verdaderos tesoros a los cuales dedicaré el debido cuidado mientras tenga vida. Gracias Dama Misteriosa. Voy a seguir su ejemplo: cuando llegue el momento haré también una llamada para decir: "Sé que escribís y que te gusta leer. No importa mi nombre".
“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca".
Jorge Luis Borges.

1 dic 2008

La Entrada Cuesta La Razón.

Suelo despertar con una sensación de incomodidad, de malestar, con ganas de arrojarme (con paracaídas) desde éste avión, tan veloz como el desaparecido Concorde, llamado destino. Está fresco y nublado. Estoy estudiando. No es el mejor clima ni la mejor actividad cuando te sentís tan raro. Soy un tipo raro. El deseo primario, ese inconsciente imposible de satisfacer, pesa fuerte en mí. La frase "no sé que quiero; pero lo quiero ya", me define. Algunas personas se divierten mucho conmigo porque todos los días, le agrego un sueño, un proyecto nuevo a mi vida: quiero ser guitarrista, quiero esa casa, quiero vivir en ese lugar, quiero publicar una revista, quiero estudiar arte digital, quiero, quiero. No poder develar, al menos un poco, lo que necesito, es agotador. Tal vez lo descubra a tiempo. O demasiado tarde. O nunca. Así es la vida. Al menos, la mía. También puedo estar volviéndome loco. Mejor, así voy a tener acceso al "Teatro Mágico - sólo para locos - ", descrito por Hermann Hesse, en su obra "El lobo estepario": "Esta noche, a partir de las cuatro, Teatro Mágico -sólo para locos-. La entrada cuesta la razón. No para cualquiera...".

26 nov 2008

Bzzzzzzzzzzz!!!!!

Ansiedad e incertidumbre. Dos términos que revolotean, de vez en cuando, como moscas verdes. Y no hay repelente que valga cuando aparecen. Con más nervios de lo esperado, me enfrento a los últimos días del año.
La mente humana oscila como un péndulo entre el pasado y el futuro. Entre lo inconcluso o perdido y los tantos futuros posibles. Mientras, un pobre cuerpo físico respira y te sostiene en el presente. Te permite estar vivo para poder dedicar, mejor dicho, desperdiciar tu vida entre recuerdos y proyecciones. Es una imagen rescatada del Libro Naranja de Osho, a la cual recurro cuando me siento dominado por estos insectos voladores. Mañana no sé. Mañana no existe. Me da la serenidad justa después de un día de pequeños y agotadores claroscuros. Llegué sobrecargado a mi casa pensando:
- ¿Hago lo que hago por mí? ¿Son acaso los otros tan justos, realizados y buenos como para enterrar mi opinión y sentimientos, por el bienestar psíquico ajeno? Exigen que sea comprensivo, altruista, emprendedor, optimista; pero a pocos les importa si alguna acción me afecta o algo me hace falta. Demasiada demanda e intransigencia. Así hervía mi cabeza hoy al llegar a casa. Pero cerré los ojos, respiré profundo, y un Osho casero me habló:
- Hacen lo que pueden, no son malos, ni vos sos tan bueno; al contrario, podés ser bastante perro a veces. Sonreí y me senté a escribir todo esto. Por ahora la mosca verde ansiedad, de no hacer todo ya; y la mosca verde incertidumbre, de no saber que necesito realmente de ése todo, se han quedado dormidas y pegadas al techo. Tal vez mañana vuelva el aleteo. O no.
Carpe Diem. Respiro profundo- retengo- exhalo profundo- retengo...

Ansiedad:
Amar es prolongar el breve instante de angustia, de ansiedad y de tormento en que, mientras espero, te presiento en la sombra suspenso y delirante.
Xavier Villaurrutia
Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
Eduardo Galeano.
Incertidumbre:
Examinen fragmentos de pseudociencia y encontrarán un manto de protección, un pulgar que chupar, unas faldas a las que agarrarse. Y, ¿qué ofrecemos nosotros a cambio? ¡incertidumbre! ¡inseguridad!.
Isaac Asimov.
Poseo entre mis noches no sé qué incertidumbre ...y ese miedo infernal a las ausencias.
Jenniley Bonilla.

20 nov 2008

El Rumor De Kawabata.

La Pandilla de Asakusa, El rumor de la Montaña, La Bailarina de Izu, Historia en la palma de la mano, El Maestro de Go, Mil Grullas, País de Nieve, Correspondencia, Lo Bello y lo Triste. No es un poema en prosa abusando de la enumeración. Son los nombres de las obras escritas por
Yasunari Kawabata.
Este escritor japonés llega a brillar durante el siglo XX por la sutileza y la sublimidad de su estilo. Nace en Osaka el 11 de junio de 1899. Se suicida en Zushi el 16 de Abril de 1972. Destino fatal, acaso heroico, que elegirá también su discípulo y amigo, el otro gran escritor japonés, Yukio Mishima.
Kawabata gana en 1968 el premio Nobel de Literatura.
Influenciado su enorme talento por una historia personal, teñida de soledad y desesperanza, Kawabata desborda en sus textos angustias, preguntas sobre el vacío y su celadora, la muerte. E indaga, con la levedad majestuosa de un ave en vuelo, las diferentes geografías de la belleza, la femineidad, el erotismo y la estrecha relación del ser humano con la naturaleza. Hoy su obra goza de creciente vigencia. Leer a Kawabata es tener la posibilidad de adentrarse, como turista, en la perfección literaria.
Además de "El rumor de la montaña", novela maravillosa, que te lleva a recorrer los miedos, reflexiones y deseos del anciano Ogata Shingo en el Japón de la posguerra, recomiendo también "Correspondencia", diálogo epistolar inédito entre Kawabata y Mishima, durante veinticinco años (1945-1970), en donde hablan de sus vidas, de sus intereses y mismas obsesiones existenciales, que conformaron el entramado de su íntima y profunda amistad con el estilo único que caracterizó a estos dos maestros de la literatura japonesa del siglo xx.

Mishima y Kawabata.

6 nov 2008

Psicóloga Planta.

Un amigo acaba de contarme una anécdota: Es acerca de una planta. Ubicada en el consultorio de su psicóloga, dentro de una macetita, sobre el escritorio, cerca de la ventana. Afuera otras plantas, la lluvia. afuera el afuera. Pero esta planta vive en el marco psicoanalítico. Día a día rodeada de lacónicos monólogos.
Ayer llovía. Él llegó a su sesión habitual; pero halló a su psicóloga tensa por una gotera sobre su escritorio: formaba un charquito junto a la planta. Miraron hacia el techo: no hallaron rastros de humedad. La sesión comenzó a rodar.
Mi amigo enmudeció: había descubierto de donde venía el agua. Era la planta. Caían gotas de sus hojas. Lloraba. Por absorber angustia y transmutarla en gotas o porque sus ojos inadmisibles huían hacia el más allá de la ventana. Mi amigo estaba emocionado por el milagro, mientras la psicóloga reducía el hecho a un detalle más a tener en cuenta en su discurso. En su cuaderno de notas escribió: “la planta llora.”
Ella lo despidió hasta la próxima sesión.
– Será hasta la próxima, si sólo si, podés salvar antes a tu planta llorona. – le respondió mi amigo.

16 sept 2008

El Diccionario del Diablo.

Ambrose Gwinett Bierce (24 de junio de 1842 – ¿1914?) fue escritor, periodista y editorialista estadounidense. De estilo irónico, elegante y vehemente. Desapareció de forma misteriosa. Su obra más conocida es El diccionario del diablo. Dicha obra llegó a mis manos cuando yo todavía era un pendejito rebelde. Me facinó en aquel entonces, como hoy me facina. Por su originalidad y crítica despiada a la condición humana y a sus miserias.
A continuación algunas palabras y sus significados según Don Bierce:
Bebé, s. Ser deforme, sin edad, sexo ni condición definidos, notable principalmente por la violencia de las simpatías y antipatías que provoca en los demás, y desprovisto él mismo de sentimientos o emociones. Ha habido bebés famosos, por ejemplo, el pequeño Moisés, cuya aventura entre los juncos indudablemente inspiró a los hierofantes egipcios de siete siglos antes su tonta fábula del niño Osiris, salvado de las aguas sobre una flotante hoja de loto.
Casa, s. Estructura hueca construida para habitación del hombre, la rata, el escarabajo, la cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, el bacilo y el microbio. "Casa de corrección": lugar de recompensa por servicios políticos o personales. "Casa de Dios": edificio coronado por un campanario y una hipoteca. "Perro Guardián de la Casa": bestia pestilente encargada de insultar a los transeúntes y aterrar a los visitantes. "Sirvienta de la Casa": persona joven, del sexo opuesto, a quien se emplea para que se muestre variadamente desagradable e ingeniosamente desalineada en la situación que el bondadoso Dios le ha dado.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Egoísta, adj. Sin consideración por el egoísmo de los demás.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Ganso, s. Ave que suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada "autor", resulta una transcripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave. Las diferencias entre un ganso y otro, tal como se manifiestan a través de este ingenioso método, son considerables. Muchos gansos sólo poseen facultades triviales e insignificantes, pero otros son, en realidad, grandes gansos.
Más info:
http://www.ciudadseva.com/textos/otros/dicdia01.htm