5 sept 2008

Isabelle Huppert.

Ayer vi una película francesa excelente: "Propiedad Privada" con la actriz Isabelle Huppert.
Vivo enamorado de ella, lo confieso. De su belleza pétrea y de su talento artístico, insuperables.
Sin la grandilocuencia y exageración de las divas yanquis, ésta mujer con la mínima expresión necesaria o mejor dicho, con lo no expresado, te atrapa, te paraliza, luego te suelta, pero con secuelas irreversibles.
Súcubo poseído por Venus que prefirió sublimar su tendencia asesina, como hacen los carniceros o cirujanos, a través del teatro o de la pantalla y aun así, mata.
Con cada uno de sus papeles, te aniquila como a una mosca. Eso quizás, es el público para ella: algo que busca y debe ser aplastado porque no sirve para otra cosa.
Recomiendo todo sus films. Te paso algunos de ellos, los más destacados, verdaderas lecciones de cine y actuación. Despues de verlas me vas dar la razón.
Y si no coincidís conmigo, mucho no me importa. No en éste caso de amor incondicional.
Además, si alguna de éstas películas no te gusta, es porque no entendés un sorongo de buen cine. Sorry que te lo diga.
Filmografía Parcial:
Propiedad privada (2007)
Borrachera de poder (2007)
Gabrielle (2006)
Extrañas coincidencias (2005)
Las hermanas enfadadas (2005)
El tiempo del lobo (2004)
Ocho mujeres (2002)
La pianista (2001)
Gracias por el chocolate (2000)
La comedia de la inocencia (2000)

4 sept 2008

A veces.

A veces siento que paso a formar parte de lo diario, a ser algo necesario, conveniente y acomodable en algún lugar oscuro cuando mis cualidades no son útiles o requeridas. De repente descubro que es mi deber y no mi elección ser samaritano, o sea hacer, sin reconocimiento posterior alguno. Porque es tu deber.
Sé diferenciar entre el fuego y el agua, entre el bien y el mal, entre lo que me gusta y no me gusta, entre lo que me duele y no me duele. Y algunas actitudes me duelen mucho y no las expreso, las dejo pasar, porque pongo todo en la balanza. Me duelen, pero no tanto, pienso y sigo. Trato de ser racional y a la vez de respetar mis sentimientos y valorar también lo positivo. No somos perfectos. Pero sí, diferentes. Hay a quienes todo le da lo mismo y quienes saben apreciar las diferencias.
Cada uno hac elo que puede. Por eso, siempre trato de dar diez pasos con los zapatos de los otros, antes de tomar una decisión o decir algo. He eliminado de mi naturaleza la reacción impulsiva. Al menos la tengo dopada. Cuando reacciono sin reflexión sufro mucho. Y las consecuencias nunca son las esperadas. Si atacás, la otra parte se defiende. Cuando dialogás, la otra parte contesta.
También a veces, tengo miedo de perderme en la espera de un protagónico, que no ha de llegar.
Siempre me tocan buenos roles secundarios. Algún premio como actor de reparto. Pero, sin importar cuánto entregue de mí, los roles primarios me están vedados. Nunca supe cómo buscarlos o provocarlos. No me criaron para eso. Me educaron para el papel principal y después me largaron al ruedo sin representante.
Tal vez es lo que merezco. Y lo entienda algún día. Tarde.

Y después, la calma.

Hoy, mi cuñada (experta en el tema) y mi hermano (enganchado en el tema) me llamaron temprano para contarme lo siguiente: según el Horóscopo Maya soy Tormenta , éste es el año de la Tormenta, estamos en la onda encantada del guerrero y hoy justamente, es Tormenta. Tres veces Tormenta. De inmediato me puse a investigar. Cito a continuación algunos párrafos referidos al tema:
LA TORMENTA: Anuncia un tiempo de profunda activación y transformación. Has llegado a la orilla de lo que has conocido de ti. Entra en lo desconocido, ha comenzado tu metamorfosis.
LO QUE TIENES QUE APRENDER: Párate libremente enfrente de la negación y los juicios de tu experiencia. Transforma tu espíritu, saca de tu interior todas las dudas que te hacen sentir separado de la fuente.
AFIRMACIÓN: 'Me estoy purificando y transformando, iniciando mi cuerpo luminoso desechando toda separación'.
ONDA ENCANTADA DE LA TORMENTA: Decídete Por el cambio. Estabilízate con los desafíos que te presenta la vida. Vincúlate con la matriz de tu ser interno. Mide las señales con las que se comunica tu espíritu. Canaliza tu energía a través de tu fuerza vital. Deja que tu conciencia trascienda los esquemas establecidos. Realiza un acto de curación verdadero. Permítete hacer algo artístico. Disuelve todas las ataduras de tu pasado. Comprométete a lograr la transparencia por medio del amor. Trasciende todas las ilusiones del mundo.
¡A la mierda! Se imaginarán cómo quedé luego de leer esto. No sé si desde que nací, en éste año, en estos días, hoy, he cumplido con semejante tarea y responsabilidad que implica mi posición astral.
Sí puedo afirmar que, en una jornada, según los noticieros, con "mucha tormenta", debido a un paro de trenes y a otros conflictos en la ciudad de Buenos Aires, amanecí de buen humor. Eso ya es raro. Tuve un día tranquilo, me junté con mi hermano a conversar en un bar, paseé y jugué con mi perro y lo más llamativo: hallé sobre un cantero en la vereda, abandonado o esperándome, un pañuelero plateado, con la cruz de San Benito Abad. Yo creo en San Benito. Lo interpreto como un regalo muy hermoso de protección. Quizás tenga algo que ver con esta fecha.
Todo lo referente a lo espiritual, a la búsqueda de respuestas profundas, a la comprensión de la esencia de las cosas y a creer en otra vida más allá o en otras esferas o planos de existencia sutiles que conviven con la nuestra, da sentido, esperanza, ayuda a creer en nuestra capacidad de superación y nos hace mejores personas.
Eso es lo importante: ser buena gente. El resto es cuestión de fé.
Y estoy convencido de algo: el ser humano, no es producto del azar, surgió con un propósito. ¿Cuál? Es un misterio. La clave tal vez, radica, no en develarlo, sino en vivir y evolucionar siendo ese misterio, en aceptarlo como definición de la especie.
Al final el cosmos logró su propósito conmigo y me llevó a la reflexión.
Concluyo: saber generar para los demás y para sí, aún en el peor caos, momentos de felicidad y de paz.
Ahora, me voy a servir una copa de vino y a brindar con las estrellas. Hasta luego.

Fuente con respecto al Calendario Maya:
http://miespaciosagrado.blogspot.com/2008/05/mi-orculo-maya-de-hoy-tormenta.html

3 sept 2008

Simples Cosas.

Ando cruzado desde hace unos días, me levanto de mal humor, irascible, intolerante y estreñido. He indagado, buceado, cavado y desenterrado algunas causas. Al menos las visibles:

a) Estoy harto de asumir compromisos. Suelen ser necesarios cuando podés obtener algún rédito a nivel laboral. O ineludibles si son familiares. Por eso uno los asume y respeta. Pero no tengo ganas de concretarlos. El cuerpo no me responde. ¿Cómo hago? Cuando salgo del laburo y si además fui a la facultad, doce horas después de haber salido de mi casa, lo único que quiero es regresar a mi hogar, cuidar a mi perro (sí, mío) y decirle chau al mundo.

b) Se aprovechan de mi nobleza, como decía el chapulín colorado (¡qué antiguedad!). Nunca digo no puedo o no quiero cuando alguien necesita algo, un favor, un oído. Y si tuviese dinero, de seguro lo presto todo. Lo peor: nadie nota la cantidad de tiempo que gasto a diario en ser altruista.

c) No poder expresar mis estados de ánimo. Siempre he tendido a ser melancólico, nervioso o a los arranques de furia incontenible, con frases más mortales que un Tsunami cuando me enojo. ¡Tengo que descargar toda esa energía o poder expresar como me siento! Soy leonino. Además tengo sangre italiana. ¡Necesito quejarme aunque sea por pavadas, necesito gritar! Cuando estudiaba teatro podía sacar todo afuera. Ahora me lo guardo. Y acumulo. Porque la gente te prefiere lo más teletubbie posible. Si sos auténtico te evitan, te excluyen. Tal vez es por miedo. O por cobardes. O por envidia. O por egoístas. ¡Hola hermano Sol! ¡Hola hermana Luna! ¡Abazoooo! ¡Carajo, mierda!

d) Por cómo tus mejores amigos se borran cuando necesitás compañía. Si cada vez que los llamás tienen siempre algún programa mejor que ser tus amigos, en que quedamos. Pero cuando ellos te necesitan. Ahí aparecen.

e) Porque el verbo extrañar me ha poseído. ¡Vuelvan!


2 sept 2008

Lo Cura.

El Corazón de la locura (de la Serie D. Quijote de la Mancha.)
Salvador Dalí.
Esta mañana le pisé la cabeza a una paloma muerta porque primero me la piso ella. Yo le he devuelto el poder a Dios porque no soy digno. Yo me tatué en la nalga izquierda el nombre de mi planeta natal. Yo le puse nafta a Jorge. Y no arrancó. Yo me comí una rata con forma de pan. Yo mañana no vengo y si vengo pero no si no puedo si no vengo. Yo maté con mis tíos y cuando salga voy a matear de nuevo y de nuevo. Yo quiero vencerme. Yo no me caigo más del sueño. Yo quiero desintegrar una piedra con la mente. Yo quiero volar como un loro y gritarle a la gente desde un palo. Yo quiero ser de mosaico no de tierra. Yo quiero conectar la tele a mis lentes para ver nada más que yo mi programa pero me falta el cable y el adaptador. Yo bebé. Yo un chancho chico desde hace un año. Yo un mozo chino. Yo observo y chequeo para mis jefes. Yo abogada del árbol. Yo pelo y tudo. Yo filósofo. Yo cuchillo. Yo más ayer me mordo la mano. Yo pido nada el dedo y nada má. Yo hablo al pedo pero nada que ver flaco.
- Yo tengo sed, quiero agua.
- ¿Agua?
"La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma". Johann Wolfgang Goethe.
"Las únicas personas que me agradan son las que están locas: locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas". Jack Kerouac.
"La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no, lo más sublime de la inteligencia". Edgar Allan Poe.
¿Qué locura o que desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías? Miguel De Cervantes Saavedra.

31 ago 2008

Nunca hablo de cine.

Nunca hablo de cine acá, me di cuenta. Voy a agregar al blog una lista de mis películas preferidas. Y, si me atrevo, voy a hacer alguna reseña con la humildad de un aficionado, con inocencia de público.
Soy adicto al buen cine pero no crítico. Si algo conmueve, llama, inspira, de una película, debe ser suficiente, tanto para mí como para su director ¿No?
Me gusta algo del cine yanqui independiente, mucho del europeo, poco del oriental, dos o tres películas del cine argentino y de vez en cuando alguna joyita de otros países del mundo. En un rato la sigo.

Mrs. Palfrey at the Claremont.



"Una amistad que no conoce de edades".

Ser digno.

Acabo de ver una película: “Mrs Palfrey at the Claremont”. Trata acerca de la amistad entre un artista joven y "Una dama digna", título del film en castellano.
Lloré. Porque habla de esas personas tan valiosas, que han luchado para que uno viva, que nos han enseñado para que uno crezca.
Esto que escribo, no es para todos.
Sólo si naciste con la sensibilidad y capacidad de valorar, de escuchar a tus abuelos y a la gente mayor, vas a poder entenderme.
Yo soy muy afortunado. Tengo a mi abuela materna, mi amiga, una mujer sabia y luchadora como nadie, con proyectos productivos y con cien veces más energía y voluntad que yo.
Tuve a mi abuelo, mi amigo, un adelantado para su tiempo, con una capacidad de trabajo, de invención y comprensión práctica de la vida sin iguales.
Tuve a mi abuela paterna, también mi amiga, maestra rural, noble y valiente. Ella me regaló mi primer libro y despertó mi pasión por la lectura y la escritura.
A sus historias, guardadas en mí, recurro cuando me siento sólo, confundido, en busca de paz y orientación. Y en sus voces hallo el sosiego para retomar mi camino.
Hoy la mayoría de los jóvenes parece no tener historia, no venir de nadie, sin identidad. Son re in, pro, neo, top, vip, gods, pero no saben ni cambiar un foco. Transitan sin concepciones profundas, ni fuerza para producir cambios o grandes ideales.
El pasado no fue mejor, al contrario, fue muy rudo y había verdadera necesidad. No idealizo a nadie. Tenían sus defectos. Pero han hecho de sus nombres una marca registrada, han dejado huellas imborrables.
Le damos bola a nuestros grupos de pares, que no saben una mierda de la vida, cuando necesitamos tomar un decisión, en vez de acudir a nuestros mayores. Ellos tienen el conocimiento y la experiencia.
Me afectó mucho ver esa película, tal vez, porque obró como detonante.
No veo a mi abuela desde hace meses, la extraño y tengo ganas de estar con ella, de viajar a visitarla, en vez de estar acá, sólo, escribiendo, con dolor de cabeza, a la madrugada.

Un día de domingo.

Todos los domingos voy a almorzar a mi parrilla preferida, con alguien de mi familia, sobretodo con mi padre. “Somos como de la casa”. A la gente de ciudad le encanta ser reconocida cuando va algún lugar a comer. Ayuda a tolerar el anonimato espantoso propio de las grandes urbes.
A mí también me gusta, porque nací en un pueblo chico, en donde todos se conocen. También por los descuentos en vinos o atenciones, fundamentales para un buen bebedor. Perdón. Me voy de tema. Dejemos de lado mis rondas nocturnas por distintas cavas de la noche porteña. Volvamos a la parrilla. Domingo. Mediodía. Heredé de mi viejo el poder de observación.
Si te sentás en cualquier comedero cool o tradicional de Buenos Aires, a observar, aunque estés sólo, es imposible aburrirte.
Buenos Aires es un circo. Estamos todos locos y no lo asumimos.
A ésta parrilla van siempre a comer, por ejemplo, una mujer oriental con su hijo. Mientras ella no para de hablar por celular, el niño recorre todas las mesas haciendo volar dos autitos con sus manos.
Tampoco faltan dos minas gatas, recién amanecidas, a la una de la tarde. Entre las dos devoran una ensaladita de verdes con agua mineral, después de una noche no tan light. Ocultas detrás de enormes anteojos oscuros , pegadas a su ventana observan, como leonas al asecho, a cuanto metrosexual, viejo con guita o auto (caro), pasa. Cuando ven parados en la vereda a un par de tipos bronceados con pinta de billetera generosa, el colágeno y las siliconas se activan, son sensores de movimiento.
También dicen presente, el flaco de pelo sucio con anteojos de milico yanqui y ropa entre rollinga y cheto, con su respectiva novia, también con aspecto de sucia, como si por vestirse casual le salió villera.
También aparecen en escena cuatro señoras paquetas, espléndidas. Entre ellas suman 270 años, comen despacio, toman un par de tintos, ríen , se muestran fotos de los nietos, destripan a sus conocidos ausentes y recuerdan viejas épocas de bailongo y zaguán.
Infaltables también, el matrimonio obeso con sus dos hijas esqueléticas. Los padres piden dos milanesas a la napolitana con fritas. Las nenas en cambio, apenas comparten algo liviano. Tal vez con pánico, inconciente claro, a ser confundidas por sus papis con dos bastoncitos fritos.
Y los amigotes piolas de toda la vida. Pura charla y achura. Todos dejados, panzones, pelados, administrados por sus esposas e hijos y resignados al porno en internet. Pero ahí, entre ellos, son re guachos, la tienen re clara.
Y por supuesto, mi gente y yo; aunque prefiero que nos describa otro. Jeje.
Hacemos lo que podemos con nuestras vidas.
Familias, amigos, turistas, solos, solas, todos allí compartimos ese momento culinario. Tan de domingo, tan argentino. Momento grabado para nadie. Contado a nadie. Ya en el olvido antes de ser recordado. Y sin embargo irrepetible, de todos ellos, mío.

Te prometo.

La promesa es un truco para cubrir verdades. Es esconder el polvo debajo de la alfombra. Cuando hablo de la verdad me refiero a la falta de deseo, de responsabilidad y de interés inmediatos para realizar una acción determinada con o para alguien. Y la salida rápida es prometer, augurar, ofertar, el cumplimiento de ese algo a posteriori. Sobretodo cuando es imposible no hacerlo. Para no ofender a un familiar, a un amigo o pareja. Por amor, fe, perdón, respeto, compromiso, convenio legal, laboral o bancario, etc. Promesas.
¿Cuántas promesas hemos realizado en nuestras vidas? ¿Cuántas hemos cumplido? Vivimos haciendo promesas. Prometo: "volver a buscarte, devolverte ese dinero, hacer ese viaje juntos, estar a tu lado cuando te enfermes, no tomar más, dejar las drogas, prometo ir a ver a mis padres más seguido, prometo arreglar la casa, prometo hacerte el amor mañana, prometo ayudar a los necesitados, amarte toda la vida y serte fiel".
Y encima, muchas veces pedimos algo a cambio si cumplimos con nuestra palabra. Ponemos condiciones. Por ejemplo cuando rezamos: " Si me va bien en el examen prometo pintar los bancos de la iglesia". ¿Creer si sólo si?
Y lo no cumplido nos persigue como una creciente y colosal piedra hecha de vergüenza.
En lo personal, suelo prometer salidas y cenas a mis amigos y conocidos, porque quizás estoy inspirado en ese momento y luego, cuando llega el día de la cita, no quiero saber nada, por paranoia o cansancio, por ermitaño o por tener un programa mejor, cancelo, suspendo, con excusas. No digo la verdad, o sea: "hoy no me interesa verte". Postergo la reunión hasta un día X. A veces nunca se concreta. Y quedo mal con medio mundo.
¿Te sucede algo similar?
Vivimos detrás de máscaras, cubiertos por capas y capas de buenos modales y moderación. Por miedo a la soledad, consecuencia de la sinceridad. ¿Sinceridad?
Nos crían para no saber quienes somos. ¿Cómo podemos entonces, ser sinceros con otros, si no lo somos con nuestra propias esencias?
La seguimos luego, debo avisarle a un conocido que no voy a ir a cenar con él porque hallé petróleo en el sótano de mi casa.
Según la Real Academia Española, entre otras acepciones, la palabra "promesa" significa: "Expresión de la voluntad de dar a alguien o hacer por él algo".