11 nov 2009

Ese Otro Mundo Tan Cercano Y Tan Lejano.

En este momento estoy cursando en la universidad la materia "psicopatología", fascinante y muy compleja, trato de no relacionar y hallar ciertos comportamientos míos o de gente de mi entorno en el manual de los trastornos mentales DSM IV claramente definidos. Es algo que nos sucede a todos los estudiantes de psicología. AL menos yo, trato de no abrir la boca, aunque me la pase relacionando teoría con realidad casi todo el tiempo. Cuesta abstraerse. Es increíble como comenzás a ver el mundo por la mirilla de tu profesión. En este caso no debiera ser así ya que el mismo Freud expresó al final de sus trabajos que no pretendía dar una cosmo-visión y que sus teorías sólo eran útiles en el marco psicoanalítico, o sea: consultorio, psicoanalista y paciente. Es difícil no recurrir a las nuevas herramientas que estoy incorporando cuando por ejemplo, alguien que siempre tuvo conductas "esperables" te llame y diga que no va a salir de su casa porque la noche es más oscura en la habitación que afuera y prefiere esa oscuridad. O que en medio de una reunión, un compañero de trabajo comience a arrojar papelitos a todos mientras alguien está explicando un tema laboral y de repente, salte sobre la mesa de reuniones y se quede allí parado frente a todos, sonriendo y argumentando que lo hizo para llamar la atención y ser escuchado. En mi edificio tengo varios casos complicados; si bien algún pariente los visita esporádicamente, viven sólos y no sé como hacen.
En uno de los pisos vive una mujer grande , fijada en los años cincuenta por su vestimenta, con aires aristocráticos pasados, pasa a mi lado sin saludar, prolija pero poco aseada, no sube al ascensor con nadie, no saluda, si va con la mucama, ésta tiene que subir y bajar por las escaleras. Sale del edificio y se sube en un radio-taxi con rumbo desconocido, al regresar no entra directamente al edificio, se para en cada esquina, observa en dirección al mismo, luego cruza y entra.
Otro caso es el de una chica, que dice haber sido actriz, pasada de peso, de unos cuarenta años, desalineada, baja de su departamento y se sienta en el palier común, durante horas, mirando fijo hacia la calle. Cuando la saludás es muy amable, se interesa por saber que estás haciendo o de donde venís, busca conversar y siempre pregunta la hora. Da paseos cortos, la vuelta a la manzana o por una plaza cercana y se queda sentada allí también, en algún banco, mirando a las palomas. Me da mucha pena porque está muy sola. El portero del edificio y su señora han pasado a ser casi sus tutores. Le dicen que se bañe, que se vaya a dormir. A veces vuelvo tarde de la facu, tipo once de la noche y ella está allí sentada. Me pregunta la hora y responde "¿Ya son las once? ¡Qué tarde!
Por eso estudio psicología y me quiero recibir rápido, para ver lo que los demás no quieren ver, para ayudar, orientar a gente con conflictos profundos. O derivar a aquellos con algún tipo de trastorno grave para que accedan a un tratamiento y no tengan que andar por ahí diciendo ¡Qué tarde! Como un astronauta se prepara para ser lanzado al espacio y y llegar a la luna, yo me estoy preparando para saber navegar en el inconciente e intentar al menos, conquistar al síntoma. Al astronauta y a mí nos interesa y mueve lo mismo: la cara oculta de nuestros objetivos.

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