26 sept 2008

Buenos Aires de Diván.

Buenos Aires es un circo. Y sus habitantes, equilibristas, malabaristas, magos, payasos, traga fuegos, traga sables, animales, y además también nos toca hacer de público.
Los porteños están locos, también lo he dicho. Lo puedo ver porque, si bien adoro vivir en Buenos Aires, puedo mirar desde afuera por provenir de otra provincia. Siempre cruzo caminando por una plaza que está ubicada en las Heras y Pueyrredón para tomar el cole en la esquina; pero ayer una escena me paralizó: una señora mayor, vestida como una institutriz británica de principios del siglo XIX, sentada leyendo un libro en un banco de la plaza y a su lado un cochecito de bebé, antiguo, estilo inglés, con dos cartelitos pegados con cinta adhesiva que decían en letras grandes escritas con marcadores de color: "me venden". Una maravilla. De película. Le saqué una foto y ya la voy a subir al blog.
Ves de todo. Pasa de todo. Te pasan todas. Sobrevivir en esta ciudad, soportarla y salir bien parado, ileso, o al menos lo menos magullado posible, no es para improvisados. Por eso el análisis terapéutico se ha convertido en una necesidad básica, como comer o dormir. No se puede accionar, tomar una decisión, sin consultarlo con Freud, Lacan o en su defecto, Jung.
Todo el día nos damos cuerda, reflexionamos, cuestionamos, sancionamos, juzgamos, organizamos, catalogamos, introyectamos, proyectamos, transferimos, etc.
¡Basta!No hay mejor terapia que un viaje para desconectarse cuando se tiene la posibilidad. Así que nos vemos pronto, porque no "pienso pensar" en nada durante diez días. A mí regreso les cuento todo...

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