27 oct 2008

Pequeño silencio.

Las simples cosas a las que uno vuelve, como canta Chavela.
Este año he vivido cosas increíbles: sacar un CD con mi grupo. Cantar en el exterior. Algunos viajes. Y ahora a punto de publicar un libro de poemas. Entre tantos hechos importantes, están los otros, los pequeños, los íntimos. Por ejemplo ayer, estaba sólo en mi casa y decidí invitarme a almorzar. Me preparé unas pastas con mi salsa preferida. Descorché un señor malbec. Puse la mesa. Utilicé platos y cubiertos compañeros desde hace años. Son imparciales, inanimados, cumplen su función hasta romperse o gastarse. Tantas veces lloré sobre esos platos. Tantas otras reí, borracho. O enamorado. Es casi igual la sensación. ¿O no? Comí. Bebí. Mirando sin mirar por la ventana. Brindé por quienes me aman. Brindé por poder tocar y percibir detalles y temperaturas y por poder, pese a todo, respetar a la persona en la cual me he convertido y aceptar los cambios, con una copa en alto, un plato de pastas y mi silencio.

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