
El miedo te anula, ya no sos libre, de decidir, de mostrar, de enfrentar los prejuicios. Un típico esclavo de sus circunstancias. Okey, nunca es tarde para echar a los ocupas y recuperar la casa, tu confianza. Aunque ello exige un grado previo de maduración emocional, de estima, ese impulso determinante para dar el salto, que cuesta lograr. Por ejemplo, a través de la terapia. Y así volver a poner los punto sobre las íes y a cada quien en su lugar. Nadie vale más que uno. No debiéramos olvidarlo nunca.
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