26 feb 2009

Volver.

Estuve viendo unas fotos de mi infancia. Excepto por esas imágenes, no recuerdo esos momentos, en donde sonreía, junto a mi familia, en viajes olvidados o en la versión más joven y menos colorida del patio de mi casa natal, rodeado de objetos que ya no están, entre ellos mis juguetes. Y me pregunté en silencio. ¿Cuándo dejé de ser ese niño? ¿Cuándo perdí el interés por los diferentes universos que armaba con mi colección playmobil o por defender al castillo Greiscol con He-man y sus amigos? Tenía una forma especial de jugar, yo le daba vida a los muñecos, colocándome en tercer plano, desaparecía, como el director de una obra, otorgándole a cada personaje su identidad. ¿Cuándo me saqué el traje de Superman y comprendí que no podía volar? ¿O qué el bosquecito frente a mi casa no era el reino de los Thundercats?
Al lado de mi casa, había otra en construcción, parada, abandonada. Un día entré en ella y pasó a ser la nave nodriza de Invasión V. Eramos una decena de enanos que todas las tardes nos convertíamos en lagartos extraterrestres o en soldados de la resistencia. Fui feliz. El amor de mi familia y la compañía de algunos pocos amigos, me hacían sentir, mientras recorría los pasillos de la nave organizando un nuevo ataque, que tenía al mundo entero bajo control.
Pero crecí y aquí estoy, rodeado de fotografías, curtido, luchando como todos, por un lugar en la nave social.
¡Quien pudiera ser como Benjamin Button! ¡Qué tiempos aquellos, cuánta felicidad! Aunque nunca he dejado del todo de ser ese niño. Ni vos tampoco... ¿verdad?

No hay comentarios: