18 feb 2009

Cuando Los Objetos Se Comen Al Sujeto.

Se sentía un liliputiense, perdido entre las pertenencias colosales de varios gigantes, gritando en vano, con temor a ser aplastado. Nada podía hacer para llamar la atención. Por más que cantaba, bailaba o hacía chistes como un bufón, o lloraba, pedía y buscaba como un niño abandonado, nada era suficiente para ser oído, allá, al pie de aquellos símbolos a través de los cuales, ellos habían reemplazado el verbo "Ser" por el verbo"Tener".
Primero perdió la sombra. Después la esperanza. Calló. Dejó de pedir ayuda. Pegado a un rincón, veía a los gigantes ir y venir.
Sin sol, poco a poco, fue adquiriendo el color de la pared o del piso. Hasta que cierto día, una escoba, lo confundió con polvo y lo barrió para siempre. Recién en ese momento, ya tarde, los gigantes experimentaron un profundo e inexplicable silencio.

No hay comentarios: