14 mar 2009

Ángeles.

Anoche regresaba de cenar con amigos, aburrido, porque no tenía otros planes más que dormir. Años atrás, en el horario en que apago hoy la luz para cerrar los ojos, era el horario en que cerraba la puerta de mi casa, rumbo a la noche. Todo cambia. Ojo, extraño mis salidas sin extrañar. Ahora disfruto del descanso después de una larga jornada. Antes no tenía tantas obligaciones y el cuerpo ya no responde de la misma manera. Pero anoche estaba aburrido.
Caminaba por la vereda de una plaza, cuando, un hombre y una mujer jóvenes, pasaron corriendo frente a mí, vestidos con ropa negra de danza, como de lycra, ceñida al cuerpo y cada uno con un par de alas blancas. Corrieron hasta el centro de la plaza y se pusieron a bailar, a reír y a gritar. Me quedé un rato observándolos. Tal vez, recién salían del estreno de su obra y estaban festejando. O eran dos amigos fanáticos de los ángeles. O venían alcoholizados de una fiesta de disfraces. O alguna sustancia alucinógena los había convertido en seres alados. O eran estudiantes de Sociología realizando un experimento para ver como reaccionan las personas cuando ven algo que los saca de su comportamiento autómata diario. Podían ser todas o ninguna de esas posibilidades. Dejé de buscar una razón y simplemente disfruté de su acto. Sentí nostalgia y a la vez alegría. También fui un ser alado. Sigo siéndolo; aunque ahora vuelo con más experiencia y en inmejorable compañía. ¡Qué afortunado! La mayoría, se va de éste mundo, sin haber batido jamás un par de alas. El aburrimiento desapareció. Agradezco a esos ángeles danzantes que cambiaron mi noche.

No hay comentarios: