1 jun 2009

Escrache A La Cajera del Café De La Librería "El Ateneo".

Este post se va a parecer a una descarga de "La peleadora", el blog de de Carolina Aguirre que sigo a través de Crítica Digital:
Salí de la universidad con tiempo para tomarme un cafecito antes de entrar a mi laburo. Decidí (bad idea) elegir el Café de la librería El Ateneo, ubicada sobre la avenida Santa Fe, en pleno barrio norte. Tomé algunos libros y me dispuse a pasar un buen momento. Pedí un capuccino con una porción de pastafrola. El capuccino estaba bien; pero la pastafrola era incomible, una piedra. Con amabilidad, llamé al mozo y se la devolví, explicándole mi descontento. Al rato vuelve el mozo con otro pedazo de esa porquería y me dice que sólo podía cambiarlo, que la encargada consideraba a su mercadería fresca y rica, por lo tanto, me la iba a cobrar, no podía devolverla. Por supuesto, enfurecido me dirigí a la barra, en donde una cajera resentida, seguramente porque la naturaleza no la dotó de belleza, se hizo la recia y me dijo que no le interesaba mi criterio. ¿En donde quedó lo de "El cliente siempre tiene la razón"? Le contesté de todo. Igual tuve que pagar. Me quedé corto. Debí haberle revoleado la porción por la cabeza; pero soy demasiado educado. Aunque no me fui del local sin quejarme. Tremenda descarga dejé asentada en el buzón de sugerencias y ante el gerente del lugar. El mismo comentó que, para la imagen de la librería, es una vergüenza tener gente así, a cargo de la concesión del bar. "Necesitamos de su reclamo para correrlos". No soy el primero en quejarse, parece. Lamentablemente, tampoco seré el último. Ojo, si vas a comer ahí y no te gusta algo, tenés que tragar todo igual, a menos que tengas un perro y no lo quieras.

2 comentarios:

El Desembichador dijo...

Hermano querido, estoy muy de acuerdo con vos. Da la casualidad que hace unos 3 días fui a comprar un disco y cedí, a pesar de que no me gusta lo dulce, a ponerme el disfraz de vieja y sentarme a tomar un te con una porción de lemón pie.
En el acto detecte un sabor rancio (como a olor a bola si viniera en esencia). Me quede unos segundos mirando la cuchara, ya fuera de mi boca, como esas novias primerizas que se cuestionan si deben escupir o tragar. Trague (mi lado femenino es gauchita).
La puta que lo parió. Mire al mozo con el odio de golpearse el dedo chiquito del pie con la pata de la cama. Espontáneo le dije:

Luciano/salón de te Ateneo/ media tarde.
-Mirando fijo al mozo-
¿Esto es para comer o es otra vela del centro de mesa?

Mozo
Esta feo? por que…

Luciano
-interrumpiendo al nimio-
No si te voy a llamar para preguntarte si lo hizo maru botana.

Mozo
Con cara de cagarme a trompadas

Se lo cambio por otra porción ?

Luciano
No. Tengo la teoría que si este es una porción de un total, el resto va a ser igual de pedorro, así que te pido lo cambies por un tostado o en su defecto un vaso de vinagre para sacarme el mal sabor de boca.


El mozo fue derecho a la caja, como bien lo relatabas, a alcahuetearle a la gorda del otro lado lo que le pedía.
La vaca decidió oler el producto antes que probarlo lo que demuestra cierta desconfianza. Ahí vi ese gesto, el que uno hace cuando en el colectivo de larga distancia (saliendo de retiro) notas que el del asiento contiguo tiene olor a chancho y te lo vas a fumar todo el viaje.
Se la saco de la nariz como si la tortita hubiera muerto.

Termine de comer mi tostado y me retire pagando solo lo que había consumido.
Sentí el puño del frió en mi cara, camine por Santa Fe con cierta liviandad disfrutando, ahora, de una victoria, un triunfo digno de la tercera edad.

Amortiguaciones. dijo...

Gracias querido hermano por sumarte al escrache! No sabia que habias tenido conflicto con la gorda de la caja también, jajajajaja. Nunca odié tanto a alguien durante un par de horas como a esa tarada de cuarta!!!

Me encantó el formato de tu comentario y queda clara tu destreza literaria. Un abrazo!!!