6 nov 2008

Psicóloga Planta.

Un amigo acaba de contarme una anécdota: Es acerca de una planta. Ubicada en el consultorio de su psicóloga, dentro de una macetita, sobre el escritorio, cerca de la ventana. Afuera otras plantas, la lluvia. afuera el afuera. Pero esta planta vive en el marco psicoanalítico. Día a día rodeada de lacónicos monólogos.
Ayer llovía. Él llegó a su sesión habitual; pero halló a su psicóloga tensa por una gotera sobre su escritorio: formaba un charquito junto a la planta. Miraron hacia el techo: no hallaron rastros de humedad. La sesión comenzó a rodar.
Mi amigo enmudeció: había descubierto de donde venía el agua. Era la planta. Caían gotas de sus hojas. Lloraba. Por absorber angustia y transmutarla en gotas o porque sus ojos inadmisibles huían hacia el más allá de la ventana. Mi amigo estaba emocionado por el milagro, mientras la psicóloga reducía el hecho a un detalle más a tener en cuenta en su discurso. En su cuaderno de notas escribió: “la planta llora.”
Ella lo despidió hasta la próxima sesión.
– Será hasta la próxima, si sólo si, podés salvar antes a tu planta llorona. – le respondió mi amigo.

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