29 nov 2008

Suffering in the rain.

Cuando llueve, como ahora en la ciudad y nos empapamos, pasamos de sentirnos súper humanos a ser ratas mojadas de alcantarilla. Nada es tan seguro, ni tan resistente. Las calles se inundan. Todo es resbaladizo, inestable. Lo digo porque llegué a mi casa justo cuando se largó fuerte. Venía en hojotas. Las baldosas firmes de las veredas parecían de jabón. Resbalé, con peligro de desnucarme, al menos cinco veces. Odio la lluvia. Ni siquiera me gusta verla desde la ventana. Menos cuando es torrencial, con borrasca. Tengo demasiadas cosas en mi cabeza para encima, soportar los berrinches de la naturaleza cuando se enoja. Y últimamente vive enojada (mensaje pseudo-ecológico). Ni que hablar de los quilombos de tránsito. Que no te agarre en auto el agua en plena 9 de Julio; o en la conchudísima Avenida Santa Fe a la altura de Plaza Italia o del Alto Palermo. Si te funciona el celular, avisá a tu familia que guarden tu porción de ñoquis del 29 para mañana. O tener que caminar bajo la lluvia: es una de las peores torturas urbanas. Detesto que el cielo me moje.
Tampoco en el campo la pasan bien con el tema. La lluvia es necesaria para regar lo sembrado, para el pasto de los animales; pero cuando los ríos crecen se llevan puestos campo, animales, casa, estanciero, mujer y críos del estanciero.
Encima los rayos con sus truenos. ¿A quién le gustan? Te quiero ver en una casita con techo de chapa en medio de una tempestad. Los árboles son arrancados de raíz por el viento. Los cables eléctricos pueden cortarse y caer en lo húmedo, un peligro.
De romántica la lluvia no tiene nada: después de salir espléndidos con tu pareja del restaurante, mientras consiguen un taxi o llegan al auto quedan como dos fideos recién colados.
No hablemos si tienen que esperar el bondi sin paraguas. Me ha pasado y en invierno. Una experiencia olvidable. En Lima, Perú, no llueve nunca, por eso me quiero ir vivir ahí.
¡Basta de lluvia! ¡Arruinó todo el programa que tenía para esta noche!
Ya habiendo dejada en claro mi posición, me despido, como contrapunto necesario, con éste bellísimo poema titulado "Bajo la Lluvia" escrito por una grande la literatura latina, Juana de Ibarbourou.

¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve.
Y voy, senda adelante,con el alma ligera y la cara radiante.

Sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.
Un pájaro se baña en una charca turbia.

Mi presencia le extraña.
Se detiene... Me mira... Nos sentimos amigos...
¡Los dos amamos mucho cielos, campos y trigos!
Después es el asombro

de un labriego que pasa con su azada en el hombro.
Y la lluvia me cubre de todas las fragancias que a los setos da Octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado,

como un maravilloso y estupendo tocado de gotas cristalinas,
de flores deshojadas que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad del cerebro sin sueños,

la voluptuosidad del placer infinito,
dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,

y tengo, en alma y carne, como un frescor de nieve.

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