31 ene 2009

¿What Pass Buenos Aires?

La pasé genial ayer con mi vieja, que vino a visitarme. La esperé con un regalo, un par de chombas, pero le quedaron chicas. La llevé para que las cambie. Faltaba stock. No le gustó nada de lo que había. Me quedó una orden de compra para un local que no tiene nada para mí. Se largó a llover sapos. Tomamos un taxi para irnos al Alto Palermo. En el trayecto, una moto cruzó sin mirar por delante del taxi, éste frenó y el auto que venía atrás nos llevó puestos. Casi nos desnucamos. Bajamos una cuadra antes de la entrada al shopping, por Coronel Díaz y Arenales. Corrimos bajo la lluvia y entramos al Alto, empapados. Tampoco hubo nada interesante para ver. Nunca voy porque los precios son ridículos de caros; y teniendo la posibilidad de conseguir ropa afuera, de las mejores marcas y a precios razonables, ni lo pienso. Pero mi vieja quería recorrer algunas tiendas. No tuvo suerte pobre. No sé que pasa con la ropa y zapatos de mina, todo es de plástico. Al menos, almorzamos bien, en paz, una pizza muy rica con dos chops. Pero la cerveza me mató. Un deseo incontenible de entregarme a las almohadas se apoderó de mí. Estoy viejo. Volvimos a casa. Ni hablar de la ampolla que tengo ahora, en uno de mis dedos índices, por intentar ajustar un foco encendido cuando llegué; y el golpe en la rodilla contra un mueble, mientras intentaba salir al balcón para cortar una hoja de la planta de aloé vera que tengo allí: cura ideal para las quemaduras. Después caí desmayado y dormí durante dos horas. Por la noche partí al teatro, invitado por un amigo, a ver la obra "Gorda", que merece un post aparte, en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, sobre la Avenida Corrientes. Terminamos cenando en ese antro llamado "El Palacio de la Papa Frita". Nos atendieron como el culo, unos mozos de cuarta, ordinarios y mal educados; y nos rompieron el "palacio" con la cuenta: dos milanesas pedorras con puré y las famosas papa fritas, más un par de gaseosas cada uno: $174!!!. No vayan, no se los recomiendo.
Pero más allá de eso la pasé bien. Gracias a Dios puedo disfrutar con mi madre, con amigos y tengo la posibilidad de ir a ver y hacer las cosas que me gustan. ¡La pucha, qué lindo es estar vivo!

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